Análisis de Camilo Rubiano Becerra
La semana que pasó, el Presidente Santos en su último viaje a la Asamblea General de las Naciones Unidas como primer mandatario de los colombianos, se jactó de ser uno de los mayores propulsores de las políticas ambientales y señaló que la inversión en esa materia durante su gobierno ha sido histórica. Al mismo tiempo, sin vergüenza alguna dijo que a su antecesor no le importaba el medio ambiente y no creía en el cambio climático.
Ante estos hechos, es importante que el país conozca, lo que ha ocurrido en esta materia, durante los últimos cuatro periodos presidenciales y cada quien saque sus conclusiones.
Comencemos con el gran ambientalista. Durante su gobierno, la partida presupuestal para el Ministerio del Medio Ambiente, ha sido de las entidades con menor participación en el Presupuesto General de la Nación. Esta asignación, tan solo supera a las de Ciencia y Tecnología, Deporte y Cultura, algo que no es coherente con los discursos del Presidente en sus viajes al exterior. Por ejemplo, después de estar en Francia, firmó el Acuerdo de París sobre el cambio climático y señaló su gran compromiso con este sector, pero inexplicablemente el gobierno presentó un presupuesto para el año 2018, con una reducción de casi el 60%, pasando de $632.000 a tan solo $232.000 millones de pesos.
Adicionalmente, hay que tener en cuenta los impactos que generan las voladuras de oleoductos cometidas por el ELN, sobre lo cual no se ha exigido por parte de los negociadores la suspensión de estas acciones en la mesa de Quito, o el crecimiento incontrolable de los cultivos de coca, que provoca una tala excesiva de bosques. El gobierno no ha sido capaz de reaccionar y por el contrario, ha sido sumamente laxo con estas situaciones. Durante este año, el oleoducto Caño Limón Coveñas ha sufrido cerca de 43 ataques, derramando en las fuentes hídricas algo así como 18.000 barriles de crudo.
Contrario a lo dicho por Santos en Nueva York, las actuaciones del gobierno Uribe en esta materia fueron distintas y positivas. Por ejemplo, durante los 8 años de gobierno, el presupuesto de inversión en Parques Nacionales pasó de $5.800 a $30.000 millones de pesos. En este mismo periodo, el país se ubicó en el top 10 de los paises con mejores índices de desempeño ambiental dentro de 163 países.
Así mismo, el Presidente Uribe y su política ambiental, permitió el crecimiento en los Certificados de Emisión de CO2, cifra qué pasó de $3.2 a $23.4 millones de dólares entre el año 2002 y 2009. Así mismo, la participación ambiental en el presupuesto total de inversión durante el periodo 2002-2006, ascendió un 17%.
En el mismo sentido, el gobierno Uribe impulsó políticas tendientes a la protección del ecosistema. Por ejemplo, en La Guajira desarrolló el Parque Eólico, también puso en marcha el programa de Familias Guardabosques, llegando al número de 100.000 familias y así mismo, impulsó el ecoturismo en varios Parques Nacionales, con el fin de desplazar el narcotrafico.
Es comprensible que el Presidente en su último año, continúe gobernando con el espejo retrovisor. Y es que, con qué cara le va a decir a la comunidad internacional y en especial a EEUU que los resultados de su política ambiental, se resume en casi 200.000 hectáreas de cultivos de coca, una reducción en el 60% del presupuesto ambiental y un crecimiento en la minería ilegal, que deforesta 2.000 hectáreas de bosques cada mes.
Presidente, los hechos hablan por sí solos y no nos va a engañar.
Por otro lado, mucho ojo con la fórmula Fajardo-López-Robledo. El primero, dejó con un déficit de $130.000 millones al departamento de Antioquia. La segunda, supuesta vocera de la lucha anticorrupción, apoyó abiertamente al gobierno Santos donde la corrupción pasó de $13 billones a casi $60 billones de pesos y el tercero, esta rodeado por responsables del carrusel de Bogotá como Jaime Dussan.
Publicado: septeimbre 25 de 2017