No me cabe la menor duda que la visita del Papa Francisco a Colombia fue absolutamente gratificante para todos. Fue como un “fresquito” que pasó por nuestra tierra, para contarnos otras historias y hacernos ver otras realidades. Por un momento las noticias en los medios de comunicación se transformaron, para darle paso al Pontífice y a miles de rostros que querían seguirlo, por diferentes regiones del país.
Pero, ¿qué nos dejó la visita del Papa?
- Renovación de la fe: Me llamó mucho la atención de que algunas personas decían abiertamente que no eran católicas o no eran practicantes, pero que la ternura, la alegría y el mensaje de perdón, esperanza y amor del Papa Francisco los había tocado, conmovido y motivado. Claro, en el caso de los fieles de la iglesia católica, esta visita significó una renovación de su creencia y un fortalecimiento inmenso de su fe.
- Optimismo: No se puede negar que el discurso del Papa Francisco es absolutamente poderoso y empoderador. Sus palabras fueron una abierta invitación a soñar, a creer, a pensar en grande, a no conformarse. Y esto, para un pueblo como el Colombiano, es muy importante y necesario. Más, porque a lo largo de la historia hemos vivido mucho dolor, así como mucha tristeza y violencia.
- Un llamado a los jóvenes: A veces parece que existiera cierta apatía de los jóvenes hacia los temas religiosos; sin embargo, en esta visita del Papa se demostró lo contrario. Muchos de ellos, con su alegría característica, hicieron presencia en muchos eventos. Lo cual demuestra que la renovación en la iglesia católica se está dando y que la transformación que viene teniendo esta institución religiosa tiene respuesta y sentido en las nuevas generaciones.
- Los buenos somos más: Así como el mismo Papa lo dijo, hay mucha nobleza, sensibilidad y alegría en los Colombianos. A lo largo de todo el país se vieron escenas conmovedoras y muy tiernas, de personas que querían acercarse al Pontífice, ya fuera para recibir su bendición o poderle manifestar su afecto. Definitivamente, hubo una muestra del gran corazón que tenemos.
- Somos muy talentosos: Definitivamente en Colombia tenemos mucho talento: grandes músicos, grandes bailarines, grandes diseñadores, grandes cantantes, grandes artesanos, en fin. En realidad creo que no alcanzaría a nombrarlos a todos en esta columna. Lo cierto es que gracias a esos talentos nuestro nombre quedó muy en alto.
- Excelente logística: Para un evento de esta proporción se necesitaba una excelente logística. Y sí, la tuvimos. La labor de más de 19 mil voluntarios, de más de 9 mil personas de logística, de más de 500 bomberos, de más de 7 mil socorristas, y de más de 36 mil Policías y Militares se notó y se notó muy bien. Todos ellos hicieron posible que los Colombianos pudiéramos asistir tranquilamente a los eventos programados.
- Mejoró la seguridad: Para algunos este fue “El efecto Papa”. Durante la visita del Pontífice, los delitos de alto impacto se redujeron un 70%, las lesiones personales bajaron un 84%, Bogotá estuvo dos días sin homicidios y, en general, el comportamiento de los asistentes fue muy bueno. Es por eso que le hago un gran reconocimiento a la Fuerza Pública, que estuvo frente a esto.
- Civismo: Es verdad que la seguridad y la logística tuvieron mucho que ver en la calidad de los eventos. Pero también cabe destacar el buen comportamientos de los casi 7 millones de Colombianos que asistieron a las actividades programadas. Sin importar la lluvia, el sol, el tiempo de espera, las largas filas, las grandes distancias que tuvieron que recorrer, hubo grandes muestra de cultura ciudadana, respeto, paciencia y orden.
- Podemos hacer grandes cosas: Esta en una de las enseñanzas más valiosas de esta visita. Definitivamente, como se dice popularmente, ¡los Colombianos tenemos con qué! Solo es cuestión de organizarnos, de tener un buen propósito y listo. Además, esto deja un gran precedente para próximos eventos y es un llamado a creer en nosotros.
- Comunicación coherente: Comunicacionalmente, que es mi rama de estudio, puedo decir que el Papa la tiene muy clara. Por un lado la sencillez, que tanto predica, la aplica. En efecto, siempre dejó claro que no quería ningún vehículo blindado, ningún vehículo de alta gama, ningún hotel lujoso. Hasta sus menús fueron austeros. Eso es lo que se conoce como coherencia. Él habló de amor, compasión, ayuda y servicio, y eso fue lo que vimos en él. ¡Eso impacta! Además, cada uno de sus discursos fueron impecables, emotivos, especialmente creados para cada público. Esta es una gran enseñanza para todos.
Publicado: septiembre 15 de 2017