La visita pastoral de Su Santidad Francisco a Colombia, sencillamente fue ¡descomunal! Los millones y millones de colombianos que participaron activamente en eucaristías, encuentros, reuniones, quienes acudieron con fervor y humildad a recibirlo en las calles de la diferentes ciudades que visitó, o los que siguieron con devoción su visita por TV, demostraron la poderosa e infinita Fe que profesan los colombianos por el mensaje de nuestro Señor Jesucristo narrado en los evangelios, y también, respeto, acatamiento y obediencia por lo que representa Francisco: vicario de Cristo, sucesor de San Pedro en el gobierno universal de nuestra Iglesia católica, y padre espiritual de todos los fieles.
No dudo, ni niego, que la imagen carismática, el poder lingüístico de su comunicación y la practicidad de sus mensajes moviliza la simpatía, atención y respeto de cristianos no católicos, fieles de otras congregaciones religiosas y a los mismos ateos, eso lo hace diferente. La presencia de Francisco entre nosotros permitió recordar que somos un pueblo católico, cristiano, a pesar de las intenciones del Estado y de la Corte Constitucional en reducir a su mínima expresión la Fe mayoritariamente cristiana que tiene Colombia. Todos los medios de comunicación se desbordaron en afanes por demostrar quien interpretaba más el mensaje del Papa, cada quien, a su manera, acudieron a invitados de todas las categorías académicas, intelectuales, religiosas o políticas para posar como los únicos poseedores de la verdad.
Mi sugerencia para quienes desean abordar y conocer a profundidad la esencia de las homilías, discursos y mensajes de Su Santidad, es visitar la página web Vatican.va. ahí podrán descargar los contenidos para que en espacios de oración y discernimiento repasemos y pongamos en ejercicio y practica los mensajes apostólicos, que como siempre, tienen su génesis en la Biblia: así lo recordó Francisco en Medellín, en el encuentro con sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas, “Quien no conoce las escrituras no conoce a Jesús”.
Ahora, seguir en ese manoseo irrespetuoso para con Francisco, en debatir si su visita fue para respaldar el proceso de La Habana o no, es concurrir a debates estériles sin ningún norte ni fin. La paz de la que habla Francisco es la paz del evangelio, que incorpora valores y deberes cristianos de reconciliación y perdón, alimento espiritual que nos hace mejores seres humanos. Su Santidad sentenció en su eucaristía final en Cartagena el debate político que nos ahogó entorno a la paz: “Si deseamos la verdadera paz, estable, requerimos de equidad, Justicia, respeto de la naturaleza humana…”
Francisco también nos deja mensajes que requieren de profunda valoración para poder llegar a la paz del evangelio que termina siendo la verdadera paz que añoramos. Nos convoca a volver la mirada hacia los pobres, los desposeídos, las víctimas de la violencia, y a diferenciar entre los dos señores: el Señor de la vida, nuestro Señor Jesucristo y el señor del dinero. Francisco concentro su mensaje pausado, repetitivo y contundente en la Plaza de Bolívar donde desde el Balcón del Palacio Cardenalicio se dirigió a los jóvenes de Colombia para recordarles: “Dios nos ama con amor de Padre y nos anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que autentica y duradera…” Y los exhortó a mantener viva la alegría, para que nadie se las robe, la alegría unifica todo. Finalizó con un bello mensaje al invitarnos a comprender que incluso detrás de un error –porque hablemos claro, el error es error y no hay que maquillarlo-, y ustedes son capaces de comprender que detrás de un error hay un sinfín de razones, de atenuantes… grande Francisco, Dios lo guarde entre nosotros.
Publicado: septiembre 11 de 2017