Mientras la inmensa mayoría de los colombianos esperábamos con fe y esperanza la venida del sucesor de Pedro a nuestro país, algunos oportunistas de ocasión aguardaban al asecho, como aves de carroña, para utilizar la presencia del papa en beneficio de sus malogradas gestas.
Pero no ocurrió, Su Santidad ungido por la fuerza del Espíritu Santo dedicó su visita a Colombia para llevar el santo evangelio a cada mortal que lo escuchó, en cada escenario que visitó y esa palabra de fe y amor se esparció entre el aire llegando a los lugares más recónditos de la geografía nacional.
Así fue como se incrustó la figura del papa en el corazón de los colombianos, aun con sus interminables jornadas de trabajo no hubo excusa para dejar de sonreír, para levantar una nueva vida entre sus brazos, darle una voz de aliento al enfermo o alzar su mano para impartir bendiciones por doquier. Entre tanta dulzura y sencillez los colombianos vimos en la mirada del papa el amor de Dios, la grandeza del Creador al fijar su atención en esta patria amada, que por ventura supo corresponder ante el momento que la historia le propuso.
En este mismo espacio, hace una semana le implorábamos al cielo para que Juan Manuel Santos y banda de amigos no dañaran una visita apostólica, cargándola de contenido político, aun cuando lo intentaron sin tregua, tuvieron que resignarse al encontrar en Francisco un hombre inmanejable que no estaba dispuesto a dejarse utilizar. Como lo diría el propio Santos: “quedaron viendo un chispero”.
La visita de Su Santidad dio lugar para todo, el país vivió días de ensueño, la devoción de los fieles que se volcaron a las calles para apreciar la figura del máximo jerarca de la Santa Iglesia Católica por un par de segundos conmovió el alma nacional, la cercanía del pastor con sus ovejas, la facilidad del Santo Padre en el trato con la juventud y la niñez y hasta su milagro de poner a los mamertos anticatólicos a hablar con reverencia de la importancia del Sumo Pontífice en nuestro país.
Si señores, así como lo leen, en primera fila para ver al papa estuvieron anticatólicos marxistas como Iván Cepeda y sus amigos de la izquierda; Claudia López -de quien ya nada nos sorprende- dejó a un lado su sonsonete en favor de la ideología de genero para posar como católica y aprovechar el momento en favor de su afán politiquero. Ojalá Dios quiera y todos esos que con oportunismo saludaron la venida del papa abandonen la idea de seguir promoviendo el aborto, la eutanasia, la legalización de la droga y las diversas expresiones de la ideología de genero; si no lo hacen ya sabremos que tan sólo utilizaron la presencia de Francisco I, como trampolín en su camino por el poder.
Por supuesto entre río revuelto sobraron los pescadores que quisieron atrapar cualquier pescado para su cena, los amigos de la paz resolvieron que de ahora en adelante a quienes nos oponemos al comunismo y al improperio de entregarle el país a los narco-terroristas, nos llamaran cizañeros. A su vez decidieron que la palabra “paz” fue un invento de este gobierno y que quien la pronuncie esta respaldando por sentado la pantomima de La Habana. Alguien con sentido del humor dijo que los promotores del Sí festejaron el espaldarazo del papa al acuerdo cuando en medio de una misa dijo: “mi paz os dejo, mi paz os doy”.
Para que no nos llamemos a engaños reflexionemos acerca de las enseñanzas del papa y quedemos claros en distinguir que su mensaje fue el de Cristo y no el que algunos anhelaban que pronunciara para enseguida iniciar sus ataques contra la oposición.
Gracias Su Santidad, su visita nos deja enseñanzas infinitas, mucho bien le ha hecho a Colombia, por fortuna la piedra sobre la que Cristo prometió edificar su Iglesia está más solida que nunca.
Publicado: septiembre 13 de 2017