En noviembre del año pasado, Hernán Andrade promovió al encarcelado exmagistrado Ricaurte como precandidato a la presidencia por el conservatismo.
Hernán Andrade es un profesional de la política menor, un hombre cuya habilidad es directamente proporcional a su incultura y falta de buenos modales.
Aunque ha estado involucrado en muchos escándalos de corrupción, hasta ahora ha salido invicto. Nada le sucedió por el caso de la dirección nacional de estupefacientes ni en la investigación que se adelantó en su contra por cuenta de sus vínculos con uno de los responsables del desfalco a Cajanal, el abogado Armando Cabrera Polanco.
Andrade se ha concentrado en promover aliados suyos, personas que le han hecho favores en la justicia, para que ocupen cargos de relevancia nacional.
Empezó promoviendo a Jorge Fernando Perdomo, primero para que Santos lo incluyera en la terna de fiscal. Cuando esto no se dio, acudió a sus contactos en la corte suprema de justicia –seguramente golpeó las puertas de los magistrados a los que les gusta proceder de acuerdo a la cantidad de dinero que haya en la valija- para lograr que seleccionaran a Perdomo como su candidato para la procuraduría general de la nación.
Andrade puso a todo su equipo al servicio de Perdomo e hizo todo el esfuerzo posible para llevar a esa candidatura hasta la victoria.
Personas cercanas a Andrade, por ejemplo, se encargaron de nutrir a las redes sociales y los correos electrónicos de los periodistas con información negativa de los rivales de Perdomo, particularmente de Fernando Carrillo, quien al final terminó ganando.
Pero Andrade no se rinde fácilmente. Como no pudo tener fiscal ni procurador, entonces puso sus ojos más arriba, en la presidencia de la República.
Buscó y buscó, hasta que encontró a su candidato ideal. Nadie menos que el hoy detenido exmagistrado Francisco Javier Ricaurte.
A finales de noviembre del año pasado tuvo lugar la convención del partido conservador y grande fue la sorpresa de muchos participantes del evento, cuando la maestra de ceremonias anunció la intervención de Francisco Javier Ricaurte, en condición de precandidato presidencial.
El delincuente Ricaurte se dirigió a los conservadores durante poco más de 15 minutos. En su discurso, el hoy convicto aseguró que “siempre he creído en las instituciones y en la ley. Defiendo y defenderé los valores de la libertad, el deber y la lealtad a la democracia, por eso rehúyo de las pasiones, como de la venganza”.
Esa última afirmación produce escalofrío, pues se ha conocido que uno de los mecanismos de Ricaurte para cobrar los sobornos consistía, precisamente, en vengarse metiendo a la cárcel a quienes no pagaran las cifras que él y sus cómplices exigían.
Al presentar su nombre ante los convencionistas, recordó su hoja de vida, deteniéndose, como era de suponer, en su paso por la corte suprema de justicia, de la que fue presidente. Adoptando un tono de víctima, les expresó a los conservadores que “tuve que enfrentar todo tipo de vejámenes, por defender la separación de poderes”.
Aunque el discurso de Ricaurte, estuvo plagado de lugares comunes, sin mayores argumentos inteligentes, hubo afirmaciones pavorosas. Sin ruborizarse, hizo una referencia a la corrupción política y al clientelismo del partido conservador: “Me resisto a creer que el conservatismo insista en cantos de sirena de quienes se declaran opositores, pero que quieren en el fondo pactar prebendas personales”.
Ricaurte, el precandidato de Andrade, posiblemente es uno de los conservadores con más autoridad para hablar, precisamente, de las prebendas personales.
Aquella precandidatura presidencial no prosperó y el exmagistrado, hoy a buen recaudo de las autoridades penitenciarias de Colombia, continuó al frente de su próspera estructura criminal, vendiendo fallos por miles de millones de pesos, con la ayuda de sus compinches Leonidas Bustos, Gustavo Malo, Camilo Tarquino y el exfiscal Luis Gustavo Moreno.
Moreno, precisamente, fue otro de los candidatos de Andrade para un cargo público: la personería de Bogotá.
Hoy, se sospecha que Andrade fue absuelto en la corte suprema de justicia por el escándalo de Cajanal, gracias al pago de sobornos tranzados por Moreno, quien fue su abogado en ese proceso.
Escándalos y motivos de vergüenza han sido los únicos aportes de Hernán Andrade al partido conservador. Llegó al extremo inaudito de promover al magistrado con el que habría tramitado un multimillonario soborno, como precandidato de su partido.
Si la justicia no procede contra Andrade, como todo parece indicar, su partido sí debería pasarle, por lo menos, una cuenta de cobro política.
Publicado: septiembre 25 de 2017