Empezó el guayabo del proceso de paz y, para colmos, a la fiesta no invitaron al país. Solamente fue una parte minúscula de colombianos que no se cansaron de ponerse palomas en la solapa, de cerrar los ojos ante lo acordado y de aplaudir todo lo que pasaba sin leer ni mirar las consecuencias de lo que se estaba haciendo.
El proceso empezó mal desde el inicio, ya que se le dio a la guerrilla un carácter y un peso mucho mayor al que debería tener. De esta manera, ellos empoderados se tomaron la mesa y la manejaron a su antojo.
Cuando digo que la receta se hizo al revés quiero decir que no se han surtido los pasos necesarios para que hoy estos personajes estén de paseo por Colombia como si nunca hubieran cometido un delito. Dan clases de moral, acusan de asesinos a personas que siempre han estado en la legalidad, etc., mejor dicho, se cruzaron los roles.
Creo que los procesos de paz son válidos, de hecho pienso que los conflictos deben terminar siempre en alguno, en lo que no estoy de acuerdo es que estos procesos se deben hacer entre dos iguales, si no entre un ganador y un vencido.
Aunque los colombianos seguimos bastante adormilados y el gobierno ha sabido manejar distractores y mañas para tratar que no nos demos cuenta de lo que esta verdaderamente pasando, la realidad saldrá a flote y explotará.
Lo que ha pasado con este proceso es que desde su inicio empezó con el pie izquierdo, nunca se debió llevar a las Farc al mismo nivel del gobierno. Negociar de igual a igual no era lógico cuando el gobierno Uribe las había entregado diezmadas y acorraladas, desde ahí todo empeoró ya que se les empoderó y manejaron el proceso a su antojo.
Lo que tenemos hoy es aterrador. La famosa JEP, que cuando empiece a funcionar dejará libres a todos los guerrilleros, inclusive a los que hayan cometido delitos atroces, y al mismo tiempo terminará juzgando a los enemigos históricos de la guerrilla y metiéndolos a la cárcel no ha empezado a funcionar, pero hoy ya están todos libres, dando cátedra de moral y acusando a sus detractores de todo.
Al final, más que las minucias del acuerdo, existen temas de fondo para nunca haberse sentado con estos personajes. Más que guerrilla ideológica son narcotraficantes, abusadores de menores y cometieron demasiados delitos de lesa humanidad. Negociar con ellos abrió la puerta para negociar con cualquiera; las bandas criminales, el Clan del Golfo o los Úsuga piensan que tienen el mismo derecho a un proceso de paz porque son igual de bandidos.
En estos días hubo una polémica sobre el homenaje que las Farc iban a hacerle al Mono Jojoy, a mi modo de ver reprochable, pero personalmente pienso que Jojoy fue uno más de todos esos bandidos y asesinos. Prefiero que le hagan homenaje inmerecido a un muerto en un cementerio a que los que están vivos sigan sin haber sido juzgados, paseando por el país, dando cátedras de ética y moral y con los medios de comunicación y el gobierno arrodillados ante ellos.
La revisión y cambio de los acuerdos por el nuevo gobierno es fundamental para mantener la democracia y el Estado de derecho.
Publicado: septiembre 25 de 2017