El Papa Francisco nos ha dejado una tarea inaplazable, tras su refrescante visita a Colombia: #DemosElPrimerPaso.
El Santo Padre encaró realidades muy precisas, siempre que tuvo a bien compartir la profundidad de su pensamiento. En la homilía de la Misa que celebró en el Parque Simón Bolívar, marcó un derrotero: “En Bogotá y en Colombia peregrina una inmensa comunidad, que está llamada a convertirse en una red vigorosa que congregue a todos en la unidad, trabajando en la defensa y en el cuidado de la vida humana, particularmente cuando es más frágil y vulnerable: en el seno materno, en la infancia, en la vejez, en las condiciones de discapacidad y en las situaciones de marginación social.”
Surgen preguntas alrededor de este texto: ¿Qué tipo de paz podemos alcanzar si en La Habana este asunto no tuvo la relevancia que merece? Recordemos que el dinero que otorga el Estado a entidades que practican el aborto es considerable; por otro lado, estamos pendientes de la suerte de varios menores que todavía no han sido entregados por las Farc. Con el mejor ánimo, pedimos que ambas partes den el primer paso en ese tema.
Luego de escuchar y leer los mensajes del Papa Bergoglio, entendemos que la Paz a la cual nos invita, es una Paz que brota del corazón de las personas; una Paz auténtica, sin divisiones sociales ni lucha de clases. Una Paz desideologizada, sin arengas ofensivas ni grafittis que ensucian las paredes de nuestras calles; una Paz humana al 100%, muy diferente a la que hasta el momento han tratado de imponernos, por todos los medios y usando todas las artimañas posibles, los camaradas marxistas y sus aliados.
Con un claro mensaje de esperanza, Francisco también nos recordó que en Colombia “se encuentran multitudes anhelantes de una palabra de vida, que ilumine con su luz todos los esfuerzos y muestre el sentido y la belleza de la existencia humana”, y señaló que nuestro país es una “tierra de inimaginable fecundidad, que podría dar frutos para todos.”
¡Cuánta razón encontramos en esas palabras! ¿Qué estamos esperando para aprovechar las inmensas oportunidades que la Divina Providencia nos ha dado como Nación? ¿Es muy difícil comprender que tenemos todo para transformarnos en un país más justo y equitativo? ¿Seremos capaces de ofrecerle a cada ser humano que nazca en nuestra tierra, unos mínimos dignos para que pueda desarrollar su proyecto de vida con solvencia?
Sin duda, el Obispo de Roma habló con precisión y sin ambages, y fue contundente al señalar los nubarrones que tenemos ante nuestros ojos como sociedad: “… también aquí, como en otras partes, hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; las tinieblas del irrespeto por la vida humana que siega a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo; las tinieblas de la sed de venganza y del odio que mancha con sangre humana las manos de quienes se toman la justicia por su cuenta; las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor de tantas víctimas.”
Las Farc y quienes impulsan esa ideología atea y llena de oído, que conocemos como marxismo, fuente que da origen al totalitarismo comunista, han sido aplastados por las palabras de Francisco. Porque El Sumo Pontífice nos invita a una Paz llena de Dios.
Con todo respeto: Debemos empezar de una vez. Menos palabras y más hechos. Cerremos la boca y abramos los brazos, para acoger a nuestros compatriotas, sumar argumentos, enfrentar con esperanza los retos y delinear una ruta que nos permita construir realidades amables y concretas. Hagámoslo con determinación, siendo conscientes de nuestras capacidades y posibilidades. Porque nos merecemos un país digno, libre de narcotráfico, corrupción y comunismo.
«No hay verdadera paz si no viene acompañada de equidad, verdad, respeto, honestidad, justicia y solidaridad.» San Juan Pablo II.
Publicado: septiembre 13 de 2017