Si la infamia se resumiera en un ejemplo debería darse con la tragedia judicial, personal y familiar que vive el doctor Luis Alfredo Ramos. La vida pública del doctor Ramos no es circunstancial, ni hereditaria, es más que envidiable, ejemplar: directivo del poderoso sindicato antioqueño, concejal, diputado, alcalde de Medellín, gobernador de Antioquia, embajador, ministro, representante a la cámara, senador; como presidente del Senado de la República (2002-2003) le correspondió juramentar al electo presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, e impulsar la agenda legislativa de la “Seguridad Democrática”.
En todos los cafetines de provincia y en los salones capitalinos se aseguraba con certeza que el candidato con mayores charreteras para suceder, defender y continuar la obra de gobierno del Presidente Uribe era Luis Alfredo Ramos, quien reúne características necesarias para agrupar a la clase política y convocar a sectores de opinión. Las circunstancias y mezquindades políticas gestadas al interior del uribismo y de la rancia oligarquía capitalina lo llevaron a asumir la candidatura a la gobernación de Antioquia (2008-2011) y, alejarse de la aspiración presidencial (2010). Su obra de gobierno como gobernador brillo por eficacia en políticas de seguridad ciudadana, financiación al deporte competitivo, inversión en gratuidad de la educación, y la construcción de la descomunal hidroeléctrica de Ituango, y el majestuoso túnel de oriente.
La persecución política y judicial contra Luis Alfredo Ramos no inicia con el inusual, infame y visceral “libro blanco” promovió por Sergio Fajardo para aniquilar moralmente al exgobernador Ramos, inicia en el año 2004 con la persecución rabiosa y criminal, orquestada por Iván Cepeda, Claudia López, León Valencia y asociados, bajo la fachada de “investigadores” de la Corporación Nuevo Arco Iris y en asocio con un exmagistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia, estructuraron expedientes bajo el titulo mediático de “parapolítica” para perseguir a congresistas y aliados políticos regionales del Presidente Uribe. Uno de esos procesos, diseñado milimétricamente contra Luis Alfredo Ramos, nunca prosperó en la Corte Suprema de Justicia, pero misteriosamente en el año 2011 reactivan la investigación y se materializa con la medida de aseguramiento en su contra el 28 de agosto del 2013, fecha para la cual Luis Alfredo Ramos iniciaba su campaña presidencial, perfilándose como el candidato del uribismo para enfrentar y derrotar al Presidente Santos.
La captura de Luis Alfredo Ramos fue la vulgar forma para sacarlo del debate presidencial (2014) y la cristalización de la politización de la Justicia por los mecanismos siniestros e ilegales que se utilizaron: falsos testigos, violación del debido proceso y privación de su libertad por más de tres años; varios de sus amigos y aliados políticos de Antioquia corrieron la misma suerte, Oscar Arboleda y Manuel Ramiro Velázquez murieron esperando que les revindicaran su honra. Fue en medio del proceso judicial y cuando se conoció la verdad de los testigos falsos que el equipo jurídico de Luis Alfredo Ramos acudió al acompañamiento profesional del abogado Gustavo Moreno, quien había gestado credibilidad y respeto académico y doctrinal, y experiencia en el tema de falsos testigos. Gustavo Moreno al no arrojar resultados procesales fue reemplazado por el abogado Dagoberto Charry quien surtió la mayoría de audiencias y logró la revocatoria de la medida de detención preventiva, decisión votada por unanimidad en la sala penal de la Corte Suprema.
Luis Alfredo Ramos inició este año gira nacional para exponer en recintos académicos y sociales el drama vivido y que viven las víctimas de falsos testigos, esas giras fueron asociadas de inmediato por sus enemigos como el inicio de su campaña presidencial, reactivando el lodazal de intrigas y perversidades judiciales para asociarlo de inmediato, sin prueba alguna, con los actos delictivos del abogado Leonardo Pinilla y con supuestos pagos a magistrados para que lo mantuvieran privado de la libertad, ¡inverosímil! Tesis que se cae de su propio peso y razón.
Ahora que se conoce de la alianza política entre Sergio Fajardo, Claudia López, De La Calle y el Polo Democrático para defender la impunidad de las FARC y pretender ganar las elecciones del 2018 es cuando se ajustan las fichas del rompecabezas, confundidas por años, y que permite visualizar la infamia gestada contra Luis Alfredo Ramos para sacarlo de la autopista que lo lleva a la Casa de Nariño.
Publicado: septiembre 18 de 2017