El magistrado Gustavo Malo, jefe de una estructura de corrupción judicial, se roba parte del sueldo de los recomendados suyos.
Un magistrado malo
Cuando Sigifredo Espinosa Pérez culminó su periodo como magistrado de la sala penal de la corte suprema de justicia, Francisco Javier Ricaurte empezó a mover sus fichas para lograr que uno de sus aliados en la red de corrupción que ha ido tejiendo a lo largo de los años, se quedara con esa vacante.
El candidato era Gustavo Malo, un abogado egresado de la universidad de Cartagena y que fue, hace algunas décadas, quien forjó a Ricaurte y le enseñó a caminar por los vericuetos de la oscura y corrompida rama judicial.
Así, cuando comenzaba octubre del año 2012, la mayoría de la corte suprema votó a favor de Malo, convirtiéndose así en uno de los poderosos 9 magistrados de la sala de casación penal.
Toda una vida en los tribunales
Malo empezó su carrera como sustanciador de un juzgado penal de Cartagena. Luego, fue nombrado como juez penal municipal. De ahí fue promovido al cargo de juez de instrucción criminal y desde 1989 hasta 2012, fungió como magistrado de la sala penal del tribunal superior de Cartagena.
Un corrupto
Gustavo Malo Fernández es un hombre que produce mucho miedo. Se ha valido de su condición de juez para amedrentar con cárcel y sentencias condenatorias a quienes caían en su red corruptora. Aquella es una realidad que ha rodado durante muchos años por los pasillos de la justicia. Pero el poder de Malo es tan grande que nunca nadie se ha atrevido a plantearlo de frente, por temor a las retaliaciones, pues el magistrado se ha encargado de poner fichas suyas en distintas dependencias de la fiscalía.
Robándole una parte del sueldo a sus recomendados
Gustavo Malo lidera una red de clientelismo impresionantemente grande. Personas recomendadas por él han sido designadas en distintos cargos en la rama judicial y en los organismos de control. Hasta ahí, se estaría frente a una manifestación más de politiquería, de las muchas que se ven en nuestro país.
Lo que resulta inaceptable es la denuncia en el sentido de que Malo se roba parte de su sueldo a las personas que él ha hecho nombrar.
La hija es la cobradora de la extorsión
Malo se siente seguro e intocable. En consecuencia, delegó a su propia hija, Yara Milena Malo para que, mes tras mes, se pasee por los pasillos de la fiscalía recolectando las extorsiones. El planteamiento era sencillo: si el recomendado del magistrado no desembolsa el porcentaje que tiene que pagar, su estabilidad laboral estará amenazada. Literalmente, “o paga, o se queda sin trabajo”.
Soborno en el caso de Musa Besaile
El senador de La U y gran elector santista, Musa Besaile confesó haber pagado por lo menos $2 mil millones de pesos, a través del corrupto Gustavo Moreno, para evitar que se librara una orden de captura en su contra, en el marco del proceso por parapolítica que se adelanta en su contra, en la corte suprema de justicia.
La investigación contra Besaile es llevada por el magistrado Gustavo Malo. Entonces, dado que se ha confesado el pago de aquel soborno y la persona que tuvo que suspender dicha orden de captura es Malo, ¿por qué ese peligroso sujeto sigue siendo magistrado y ni siquiera se ha empezado a investigar? ¿Sus fechorías seguirán quedando impunes?
Publicado: septiembre 5 de 2017