En marzo de 2013 publiqué una columna en el periódico El Heraldo titulada “El Papa debe ser latinoamericano”. En ese momento el mundo católico estaba en vilo porque el Papa Benedicto XVI había renunciado y se estaba esperando, con gran expectativa, a su sucesor. Por mi parte tenía muchas esperanzas en el nuevo Pontífice y deseaba de todo corazón que la iglesia volteara su mirada a este continente.
La razón era, y es, muy simple: los países latinoamericanos cuentan con un porcentaje muy importante de población católica. ¡Somos millones de creyentes! ¡Somos millones los que somos fieles a las enseñanzas de Jesucristo!
En efecto, el Anuario de Estadísticas de la Iglesia 2015 respalda lo anterior. Según este documento, los 10 países que más católicos tienen en el mundo son: 1. Brasil con 172, 2 millones; 2. México con 110,9 millones; 3. Filipinas con 83,6 millones; 4. Estados Unidos con 72,5 millones; 5. Italia con 58 millones; 6. Francia con 48,3 millones; 7. Colombia con 45,3 millones; 8. España con 43,3 millones; 9. República Democrática del Congo con 43,2 millones; y 10. Argentina con 40,8 millones.
En aquel 2013 yo también afirmaba que el nuevo Papa, además de ser latinoamericano, debía estar conectado con estos nuevos tiempos. Es decir, debía renovar las viejas estructuras y los discursos, con el fin de adoptar posturas más realistas frente a temas tan complejos para la doctrina y el mundo como son el sexo, la anticoncepción, el aborto, la homosexualidad, la pederastia, el rol de la mujer, el celibato, el divorcio, etc.
Fue así, como después del segundo día del cónclave, el humo blanco le anunció al mundo entero: ¡Habemus Papam! Y sí, ¡era latinoamericano! Más exactamente argentino. Era el jesuita Jorge Mario Bergoglio, que escogió ser conocido como “Francisco”, en homenaje a San Francisco de Asís (el Santo de los pobres).
Hoy por hoy, el Papa Francisco se ha caracterizado por ser un líder mundial, en medio de su sencillez, simpleza y espíritu de servicio. Esto, sin lugar a dudas, le ha inyectado a la iglesia católica una gran dosis de optimismo, y ha llamado al rebaño a una gran cantidad de jóvenes que se habían alejado.
Es tal su reconocimiento que fue nombrado como el “CEO del año” por Forbes; como “La persona más influyente del mundo” por la revista Time; y como “Líder de los nuevos tiempos” por Rolling Stone. Es que es indudable su carisma, humildad, cercanía con las personas del común, su prudencia, credibilidad e inteligencia.
Pero esto no es todo. Entre su gestión se encuentra la reforma a la Curia Romana y a las finanzas del Vaticano. Claro, cabe recordar que este último era un tema muy álgido y cuestionado. Fue así como tomó decisiones importantes frente a la economía, la administración, los tribunales eclesiásticos, las comunicaciones, la burocracia, entre otros.
Obvio, el Papa Francisco no ha sido ajeno a los temas políticos, al igual que sus antecesores. Incluso, se podría decir que se ha convertido en un fuerte actor en este campo en el mundo, a raíz de sus pronunciamientos sobre el capitalismo, el medio ambiente, los refugiados, las Naciones Unidas, etc. Incluso, ostenta el título del líder político mundial más leído en Twitter: cuenta con 33.7 millones de seguidores.
Ahora que está en Colombia, solo me resta decirle al Papa Francisco ¡BIENVENIDO! Y que su mensaje de fe y de amor en Cristo se haga extensivo a todos y cada uno de los Colombianos, que lo acompañarán de diferentes formas en su visita. Él es el mensajero de Dios en la tierra, el sucesor de San Pedro y, ante todo, el pastor del rebaño católico en el mundo.
Publicado: septiembre 8 de 2017