Quisimos alejarnos un poco del proceso penal que se sigue en contra de las polémicas y cuestionadas exministras Gina Parody y Cecilia Álvarez por el escándalo de corrupción de Odebrecht del que ellas son protagonistas estelares. Tan respetables damas, sin embargo, no nos lo permitieron por sus constantes salidas en falso.
Por eso aquí vamos nuevamente:
Las que el presidente Juan Manuel Santos considera dos mujeres impolutas se encuentran en calidad de contumaces respecto de la justicia colombiana. La semana pasada la pareja Álvarez-Parody, por tercera vez, se burló de una citación que para diligencia de interrogatorio le hizo la Fiscalía General de la Nación.
Las últimas novedades de la novela Álvarez-Parody dan cuenta de que esta semana un valiente colombiano se topó en las calles de Nueva York con la que fue ministra de Educación y directora del SENA de este desprestigiado y agónico gobierno (léase Gina María Parody D’Echeona).
–Ministra Parody, con todo respeto la pregunta: ¿por qué no ha querido comparecer ante la justicia (colombiana)?, inquirió el arrojado hombre que habló a nombre de más de 49 millones de colombianos que nos sentimos agredidos con los desafueros de estas insolentes mujeres.
–No, yo no tengo que ir a ningún interrogatorio, respondió Parody con soberbia, como queriendo decirle a nuestro audaz reportero de la noche “usted no sabe quién soy yo” y “hágame el favor y le dice a la justicia colombiana que me importa un soberano bledo su citación (…) Nosotras somos las protegidas de Juan Manuel Santos y nada nos va a pasar porque él es el actual Premio Nobel de Paz y el presidente (Donald) Trump le pasa al teléfono de vez en cuando”.
El osado entrevistador no se arredró ante el agrandamiento de la señorita Parody y siguió insistiéndole con sus preguntas y comentarios, mientras que con su celular la grababa. “Es la tercera vez que la llaman (a interrogatorio). Le ha quedado mal usted a la citación (de la Fiscalía). ¿Usted no habló tanto de lucha contra la corrupción, transparencia y ética en la política? Está en Nueva York, tranquila, en vez de darle la cara a la justicia”.
Al cierre de esta columna, la identidad del hombre que descubrió en Nueva York a Parody no había sido revelada. De él, no obstante, podemos decir que es un héroe anónimo que merece todo nuestro respeto y admiración. Respeto por su osadía y admiración por el hecho de enfrentarse a dos mujeres tan bravas como Parody y Álvarez. Qué tal que a este par le dé por buscarlo en Estados Unidos para darle una muenda.
Pero, como cosa rara en Colombia, el mundo al revés.
Resulta que el miércoles los abogados de las rebeldes ex ministras expidieron un comunicado en el que calificaron de “hostigamiento a una mujer” la actuación del patriota que se atrevió a enfrentar a Parody. A ver, si entendimos bien: ¿si quien confrontó a Parody hubiera sido una mujer y no un hombre, no hubiera habido problema alguno? ¡Vaya acto discriminatorio!
En el mismo documento los representantes de las protagonistas de Odebrecht, después de dar cualquier cantidad de
justificaciones por la no comparecencia ante la Fiscalía de sus defendidas, aseguraron que “respecto del hombre que agredió a la doctora Gina Parody, se pedirá a las autoridades norteamericanas las medidas legales para proteger a las doctoras Parody y Álvarez-Correa de cualquier intento de agresión en el futuro”.
Sea lo primero decir que pocas personas tan decentes como el hombre que enfrentó a Parody. En ningún momento se le oyó una mala palabra ni se le arrimó a la ex ministra con el fin de agredirla físicamente.
Entonces la historia es al contrario: a quien hay que proteger en territorio estadounidense es al héroe que le exigió a Parody que regresara a Colombia y le diera cara a la justicia.
Ahora, desde la comodidad que da vivir en un sitio elegante de Nueva York, las doctoras Parody y Álvarez quieren bajarse el perfil y dar a entender que son dos personas comunes y corrientes en esa megaciudad. Ellas quieren que atrás queden los tiempos en que mojaban prensa todos los días, en que hacían pública su vida privada y en que repartían madera contra todo el que se les daba la gana.
No señoras: ustedes siguen siendo dos personajes públicos que tienen la obligación de someterse al escrutinio de la sociedad colombiana. Tan importante son ustedes que les fue construida por Odebrecht una carretera –entre Ocaña y Gamarra por 900 mil millones de pesos– para que una propiedad de la familia Parody en Gamarra se valorizara quién sabe por cuántos ceros a la derecha.
Finalmente, sería bueno que el gobierno Santos, tan acucioso para presionar la traída del exterior a exfuncionarios con líos judiciales como María del Pilar Hurtado y Andrés Felipe Arias, iniciara los trámites para que las señoras Parody y Álvarez regresen a Colombia y no se burlen más de nuestra justicia.
Publicado: septiembre 22 de 2017