Los colombianos somos víctimas y testigos de cómo el presidente Juan Manuel Santos cada día conduce al país por un camino de retroceso, el cual de no detenerse pronto superará los ignominiosos días en los que Ernesto Samper presidió a Colombia y el mundo nos miró como un estado paria.
Hace unos días el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, envió una memorando al Secretario de Estado expresando su inocultable molestia con el gobierno de Santos, al considerar que la cooperación en la lucha contra las drogas ha sido insignificante, esto como consecuencia del aumento exhorbitante de los cultivos de coca en nuestro país.
Ante la advertencia del gobierno americano el presidente de los colombianos y sus ministros no encontraron mejor estrategia que la de salir a encarar al mayor socio de Colombia y retarlo, al mejor estilo de Maduro o del tiranuelo de Korea, a que se encargara de sus asuntos internos.
Alguien debe explicarle al presidente y a sus paniaguados que nosotros no somos los que le estamos haciendo el favor un a los Estados Unidos combatiendo la droga, sino que son los contribuyentes estadounidenses los que nos brindan una ayuda económica para combatir un flagelo que nos azota desde hace décadas a los colombianos.
Queriendo engañar a los norteamericanos el ministro de la defensa expresó que la reducción de los cultivos marchaba como nunca en la historia, alguien debió contarle que Estados Unidos es el país con mayor número de satélites en órbita y que desde esos aparatos pueden medir la cantidad de hectáreas sembradas con hojas de coca y seguramente fue ahí donde optaron por ponerse como gallos finos, en lugar de reconocer que de 44.000 hectáreas que dejo el ex presidente Álvaro Uribe, hemos pasado durante este gobierno a más de 188.000 hectáreas, según cifras del Departamento de Seguridad de los Estados Unidos.
Cómo no esperar la ira de Trump si cuando Santos habla de cooperación nadie entiende si es con los Estados Unidos o con las Farc, con quienes pactó en La Habana aun sin importarle que fuesen el mayor cártel de coca en el mundo, tampoco le importó perdonarles más de 60 años de barbarie contra el pueblo colombiano. Fue durante esas conversaciones en la isla comunista en donde se suspendió la aspersión con glifosato, utilizando el cuentico de que sería la erradicación voluntaria impulsada por los guerrilleros la que limpiaría al país de esa plaga. Pero fueron más allá, decidieron en el acuerdo entre Santos y Farc que el narcotráfico sería considerado delito político y después de eso díganme ¿cuántos capos de la mafia han sabido ustedes que se extraditen a los Estados Unidos?
Al final decidieron endilgarle la responsabilidad a los otros para ocultar el fracaso del gobierno Santos en la lucha antidroga y entonces apareció la palabra mágica con la que ahora quieren solucionarlo todo: corresponsabilidad. Santos dijo en la 72 Asamblea General de la ONU que el problema no es la producción sino el consumo, primero digamos que detrás de las excusas del presidente se esconde la incompetencia de sus políticas para combatir las drogas en nuestro país; el problema de Estados Unidos son sus consumidores, el nuestro son los productores, pero como si fuera poco ahora nuestra sociedad es altamente consumista de ese maldito producto.
Según el observatorio de drogas del Ministerio de Justicia en Colombia se ha incrementado el consumo de alucinógenos por parte de jóvenes y menores de edad, pero no hacen falta las cifras que los estudios nos arrojen, basta con salir a los parques de cualquier pueblo o ciudad del país para ver cómo nuestros niños y jóvenes se pierden entre esa condenada sustancia.
Para terminar dejamos expuesta nuestra preocupación ante las palabras que Santos expresó, en las que dijo: “se debe ser inteligentes e innovadores con el problema de las drogas”, la prensa reprodujo este mensaje señalando la postura del presidente como un llamado al mundo para que “se abran las mentes”. Presidente no sea cobarde, si lo que quiere es pedir que se legalicen los alucinógenos en nuestro país, destape las cartas y damos el debate.
Nota: Sentimos pena al escuchar a Santos decir que le dolía la persecución a la oposición venezolana y la violación de los derechos humanos en el vecino país. Explíquenos entonces ¿por qué no le dolió enviarle a Maduro a Lorent Saleh y a Gabriel Valles para que los tortura de la manera más inhumana posible?
Publicado: septiembre 20 de 2017