El gobierno de Santos logró el objetivo de convertir el destierro al que estaba sometido Andrés Felipe Arias en un circo mediático para exponerlo públicamente como un fugitivo ante una sociedad sedienta de sangre de funcionario público.
Buscan entregarlo a la multitud enardecida para que lo escupan, se le burlen y festejen por su martirio mientras lo espera un lazo que apretaría su cuello por 17 años.
Nadie sabe qué fue lo que el exministro de agricultura se robó pero muchos exigen que le caiga todo el peso de la ley por corrupto. El tribunal inquisidor que lo sancionó tuvo la oportunidad de deleitarse con la persecución política a uno de los alfiles jóvenes destacados del expresidente Álvaro Uribe Vélez; tribunal que está acusado de tener magistrados corruptos que tienen a la justicia de Colombia en la peor de las crisis. Este caso merece una segunda instancia que nos garantice que no hubo una vendetta del gobierno de Santos contra la oposición.
Muchos que quieren ver a Arias en la horca pasan de alto la situación jurídica y moral del País, donde para presuntas peores situaciones pero que están relacionadas con el proceso de paz, existe una exagerada tolerancia y complicidad con el delito. Guerrilleros narcoterroristas, que cometieron delitos de lesa humanidad, se disponen a asumir las curules en el Congreso de la República que el actual gobierno les regaló. Al mismo tiempo que guerrilleros sanguinarios y traficantes de drogas ya salieron de las cárceles y esperan que la Justicia Especial para la Paz (JEP) los exonere de toda culpa y sanción por decir la verdad.
Quisiera tener la certeza que la justicia en Colombia es justa. No podemos dormir tranquilos teniendo la duda que en las cárceles hay gente humilde en condiciones de hacinamiento esperando un fallo a su favor para librarse de delitos que no cometieron y en las altas esferas políticas la corrupción compra a jueces que fallan en función de conveniencias particulares.
La justicia colombiana pareciera no ver la diferencia entre los comportamientos de Andres Felipe Arias y personajes como el senador Bernardo Elías alias Ñoño del Partido de la U o el “exguerrillero” alias Timochenko del partido de las Farc. Y temo que nos quedaremos en el show y la cárcel para unos cuantos que terminaran siendo la forma en que la sociedad se desahogue de tanta impotencia ante la corrupción. Sin embargo, la verdad es que “el régimen” seguirá imperando porque estamos enredados con las consecuencias, sin atacar las causas de la corrupción que nos carcome.
Invito a la academia, a los jóvenes y a la sociedad en general, a que discutamos los orígenes de la corrupción en el día a día de nuestra Colombia para definir las acciones que nos permitan erradicarla.
Publicado: septiembre 29 de 2017