Quejarse no puede ser el deporte nacional, toda la ciudadanía debe movilizarse para introducir las enmiendas que el país necesita.
Se avecina una nueva contienda y sólo los cobardes permanecen inmóviles en la hora de la batalla. Cada 4 años la sociedad colombiana tiene la posibilidad de cambiar sus representantes en las esferas de decisión pública, tanto nacionales como regionales y locales, y es tarea de todos tomarnos estos procesos electorales en serio.
Quejarse no puede ser el deporte nacional, la ciudadanía debe movilizarse para introducir las enmiendas que el país necesita. La única forma de hacerlo, porque no hemos inventado otra mejor, es llevar a las instancias de decisión, a través del voto, a aquellas personas que garanticen el cambio o la continuidad de las políticas que la misma ciudadanía identifica como necesarias.
No podemos perder de vista que para cada cuatrienio, en elecciones que no son simultáneas, los colombianos elegimos representantes para 9 cargos públicos: Presidente y Vicepresidente de la República, Senadores, Representantes a la Cámara, Gobernadores, Alcaldes, Diputados, Concejales y Ediles. Es una gran responsabilidad y el cambio del país para bien depende de la buena elección que realicemos los ciudadanos.
El 11 de marzo del año entrante, se elegirán los senadores y representantes a la cámara para el cuatrienio 2018-2022. No faltará quien proponga, producto del desencanto que se agudiza por estos días con la política, la elección de votar en blanco como un acto de protesta frente a la podredumbre estatal. Si bien entiendo y comparto este desencanto, es importante ser realistas y contemplar que los problemas del país no se resolverán por acto de magia y debemos persistir en el sendero democrático como única vía válida.
Cada elección tiene ingredientes particulares y esta que se avecina no es la excepción. Tendremos en este caso la irrupción, en condiciones poco transparentes, del partido de las FARC haciendo política electoral; votaremos en un contexto de alta polarización social y política; lo haremos en un escenario en el que las redes sociales cada vez ganan más espacio en el espectro de la opinión pública; entre otras condiciones especiales.
Lo más sencillo para algunos será acogerse a la corriente mayoritaria, votar como una decisión de última hora con poco conocimiento de causa o simplemente abstenerse de participar como tradicionalmente lo ha hecho el 60% de las personas en edad de votar. Por lo visto, somos pocos los que nos tomamos este tipo de certámenes con la seriedad y responsabilidad debida, entendiendo que las decisiones de hoy impactarán indefectiblemente nuestro futuro y el de nuestros hijos. ¿Se pueden imaginar el remordimiento de la generación de venezolanos que avalaron, por acción u omisión, el experimento social del “chavismo” en la república hermana, hoy convertida en dictadura?
En lo personal, me niego a aceptar un escenario en el que no pueda pronunciar la celebre frase del poeta invicto: “soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. Por eso, como un acto de fe, sustentado en las más de 5.000 personas que votaron por mi en la última elección, con quienes estoy en deuda, propondré nuevamente mi nombre como candidato a la cámara de representantes de Bogotá D.C. El día de hoy me inscribiré con este propósito en la sede del Centro Democrático en la ciudad de Bogotá, ubicada en la calle 66 No. 7-59, a las 4:00 PM.
Ojalá, quienes me conocen y aprecian, me puedan acompañar.
Publicado: septiembre 25 de 2017