Que las Farc no hayan cumplido con la entrega de los niños que tienen en su poder no sorprende, al fin y al cabo, no son más que una banda de criminales de la peor laya. Una partida de mentirosos que sin dar muestra de arrepentimiento por las atrocidades cometidas, ahora se pavonean desafiantes gozando de todas esas prerrogativas que arbitrariamente les concedieron, mientras hacen tiempo para rebuscar, con el concurso del gobierno, la manera de minimizar culpas y evadir responsabilidades.
Porque los narcoterroristas son conscientes de que el pecado más grave de su larga lista de monstruosidades es haber secuestrado niños para enrolarlos en sus filas. De allí que no toleren siquiera que se les mencione el tema. Saben lo que les espera por haber arrancado esos menores del seno de sus humildes hogares para terciarles un fusil y tirarlos al frente como carne de cañón; por haberlos utilizado, además, como esclavos sexuales y por haberlos maltratado y sometido a toda clase de humillaciones, tal y como está ampliamente documentado en varias entidades. Tienen perfecto conocimiento de que ese es un delito imperdonable, y que ni aquí ni en Cafarnaúm, hay amnistía para esos crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad.
Lo incomprensible y a todas luces inaceptable, es que el señor Juan Manuel Santos haya permitido que a estas alturas, después de firmado y celebrado no sé cuántas veces el tal Acuerdo Final Para La Terminación Del Conflicto y La Construcción De Una Paz Estable y Duradera; con un premio Nobel de Paz en el bolsillo, cientos de guerrilleros indultados, y luego de que los principales artífices de ese engendro Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo se retiraran, el tema de la entrega de los niños se haya quedado en veremos.
¿No compró pues el señor Santos su dichoso premio diciéndonos a nosotros y a la comunidad internacional, que su acuerdo de paz era “el único en el mundo en el que se ha acordado un sistema integral con todos los elementos que el Derecho Internacional Humanitario señala como derechos inalienables de las víctimas: verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición?
Y ¿los niños? Según esos rimbombantes postulados ¿no deberían haber sido ellos las primeras víctimas en ser reparadas y sus verdugos los primeros en ser severamente castigados?
Pero, como las Farc no van a entregar los niños porque esa es la manera como intentan ocultar evidencias y atenuar el delito, y como el gobierno tendrá que seguir desempeñando ese papel de cómplice al que se sometió para que los terroristas se le sentaran y permanecieran en la mesa de negociaciones, nos tocará a todos y cada uno de los colombianos, denunciar hasta tanto entidades internacionales tomen cartas en el asunto, no solamente para que nuestros niños regresen al seno de sus hogares y sean resarcidos como se merecen, sino para que los responsables y sus cómplices, reciban penas correspondientes a la magnitud de sus faltas.
Colombia entera pregunta: Y ¿los niños?
P.D. Triste y vergonzoso tener que admitir que Colombia, en cabeza del señor Juan Manuel Santos, a cambio de favores, fue cómplice de la desgracia que hoy vive Venezuela.
Publicado: agosto 7 de 2017