Cumple en esta semana Mariano Ospina Hernández 90 años gozando de envidiable lucidez mental y formidable estado físico.
Hijo del presidente Mariano Ospina Pérez, sobrino nieto del también presidente Pedro Nel Ospina Vásquez y bisnieto del presidente y cofundador del Partido Conservador, Mariano Ospina Rodríguez, por tradición familiar y sólida convicción personal sigue activo en el escenario público, liderando ahora dos iniciativas dignas del mayor encomio, el «Foro Atenas» y «La Linterna Azul», con el propósito de alertar al país sobre los peligros que se ciernen sobre nuestra institucionalidad democrática por obra de las claudicaciones en que ha incurrido el actual gobierno frente al proyecto totalitario y liberticida que promueve la organización narcoterrorista Farc-EP bajo los auspicios del Foro de San Pablo.
Ya su padre, en gesto que registran con admiración los anales de nuestra historia, impidió que el 9 de abril de 1948 las hordas comunistas tomaran el poder y avasallaran a Colombia. Lo de que «Para la democracia colombiana vale más un presidente muerto que un presidente fugitivo» es uno de esos enunciados elocuentes que han contribuido rotundamente a la formación de nuestro espíritu nacional. Bien distinto de aquellos torpes y necios de «Si algo hubo, sucedió a mis espaldas» o el más reciente de «Apenas acabo de enterarme», que caen como baldones sobre algunos de sus sucesores en el Solio de Bolívar.
En su escrito sobre «La Vida Ejemplar de Mariano Ospina Pérez», afirma José Alvear Sanín, refiriéndose a Don Mariano Ospina Rodríguez, que este «representa la corriente práctica y pragmática que ha hecho posible el desarrollo nacional, entorpecido siempre por una tendencia, incomparablemente más fuerte, hacia la holganza, la versificación, la rabulería y el cálido refugio de la burocracia. En fin, la oposición entre la política del esfuerzo y del trabajo y la política de la recomendación y la intriga».
Esa corriente práctica y pragmática obra en Mariano Ospina Hernández.
Otros harán el recuento de sus múltiples iniciativas en pro del desarrollo de nuestra patria, como la de la comunicación interfluvial en nuestro continente sudamericano o su aporte a la planeación como miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.
El homenaje que quiero hacerle toca con lo que hoy está promoviendo en bien de Colombia.
El espíritu disolvente que se está apoderando de nuestra conciencia colectiva tiende a desconocer lo mucho que hemos progresado a lo largo de los 90 años de vida que ahora celebra Ospina Hernández.
Como la nuestra es una conciencia histórica distorsionada, tendemos a ignorar cómo éramos a fines de la década de 1920 y cómo somos ahora aun en medio de las vicisitudes que continúan aquejándonos.
Pese a todo lo negativo que se menciona en la cita de Alvear y que desafortunadamente lastra nuestro desarrollo socio-económico, la empresa privada, a veces estimulada eficientemente por el Estado y otras agobiada por el mismo, ha sido una próspera fuente de riqueza que ha redundado en el mejoramiento de la calidad de vida de millones de nuestros compatriotas. Falta, desde luego, mucho por hacer, pero la laboriosidad y la iniciativa de los empresarios privados en todos los niveles, desde el de los grandes negocios hasta los de las llamadas pymes y famiempresas, han edificado una estructura productiva que ofrece la posibilidad, como lo señala un riguroso escrito de Ospina Hernández cuya lectura recomiendo vivamente, de pasar «De la Pobreza a la Verdadera Riqueza«.
No se trata aquí de la defensa de intereses egoístas, ni de alentar un capitalismo salvaje, ni del estímulo irracional del consumismo, sino de aprovechar el enorme potencial de una iniciativa privada consciente de sus responsabilidades comunitarias y animada por elevados valores morales, para lograr que el desarrollo económico sea, como lo dijo S.S. Pablo VI, «el nuevo nombre de la paz«.
Pues bien, lo que obra en el Acuerdo Final suscrito por el gobierno de Juan Manuel Santos con las Farc no puede ofrecernos una paz estable y duradera, dado que en vez de sentar las bases para pasar de la pobreza a la verdadera riqueza, lo que ofrece es la destrucción de esta última. Si lo que pretenden las Farc, como reiteradamente lo han dicho, es que sigamos el ejemplo de Venezuela, ahí está la muestra más elocuente de cómo se convierte un país rico, así sea con riqueza mal distribuida, en un país miserable.
La camisa de fuerza que trata de imponérsenos so pretexto de un acuerdo de paz no solo frenará el desarrollo colombiano, sino que implicará una trágica involución hacia etapas que ya habíamos superado.
«La Linterna Azul» y el «Foro Atenas» aspiran a suscitar en nuestra opinión pública el interés por estos temas que son cruciales para nuestro devenir. Hay que felicitar a Mariano Ospina Hernández por mantener viva la llama que alimentaron sus antepasados en beneficio del progreso patrio.
Publicado: agosto 3 de 2017