Leía en la página de The Independent hace unos días que un periódico noruego había comenzado una práctica bastante innovadora en su versión digital. La idea es que este diario les pone parámetros a los lectores para poder opinar sobre las noticias que acaban de leer (en la sección de comentarios sobre las noticias). Para poder opinar en la página del periódico sobre la nota en cuestión, un sistema de inteligencia artificial le pregunta al lector dos o tres cosas sobre la nota recién leída antes de darle la libertad a este de opinar sobre la nota. El punto fundamental de este sistema vanguardista es que el diario en cuestión quiere limitar la posibilidad de comentar sobre la nota a las personas que realmente ENTENDIERON lo que acababan de leer. Mejor dicho, el punto de todo este sistema es que si el individuo NO fue capaz de entender qué diablos fue lo que acabó de leer, pues esa persona no debe tener la opción de opinar al respecto.
Confieso que esta idea es de lo mejor que he oído en muchos años. ¿Se imaginan ustedes lo que mejoraría la calidad de los comentarios que pone la gente en el tiempo.com, semana.com o larepublica.co si se implementara este sistema en Colombia? Y es que sí, efectivamente, se le está quitando la opción a la gente poco letrada de opinar sobre cosas que no entiende. “¡Fascismo!”, dirán algunos progresistas. Pero para mí toda esta cuestión es simple sentido común. Y, nuevamente, para que no queden dudas, vean en qué país se está implementando este nuevo sistema. Si señores, en Noruega, que viene siendo el país modelo del progresismo criollo.
Esta nota me dejó pensando en un hipotético que obviamente nunca va a ocurrir, porque es demasiado políticamente incorrecto, pero que igual vale la pena discutir. Pienso que en Colombia deberíamos limitar la posibilidad de votar sobre proposiciones como la de permitir o no la minería en el país a la capacidad que tengan las personas para contestar preguntas previas sobre el voto en cuestión. Por ejemplo, en un mundo ideal el voto de la consulta de Cajamarca se debería haber limitado a las personas que sí conocieran a cuánto asciende el valor de las regalías anuales que le deja la minería al fisco. Si el voto se hubiera limitado a ese universo de personas, pues el voto A FAVOR de permitir la explotación en la mina de Anglo Gold-Ashanti hubiera sido del 100%. Para que quede muy claro: la gente de Cajamarca que votó en contra de la minería lo hizo porque vive sumida en una inmensa ignorancia sobre todo lo que tiene que ver con la política fiscal de Colombia. Nadie que conozca que el 33% de la inversión de los municipios de Colombia se fondea con regalías de la minería y el petróleo se atrevería a votar en contra de la industria minero-energética.
Esta columna es otra adicional en la saga que he escrito últimamente discutiendo la tragedia que implica que en Colombia exista un “exceso” de democracia. Para mí es un hecho que nuestro país se fue para el otro lado en los niveles de participación ciudadana. Por ejemplo, ese falso dilema de que toca escoger entre agua y petróleo es un testimonio grotesco de esta tragedia social en la que estamos sumidos. NO todo se debe ni se puede discutir, porque la gente se deja embaucar por vendedores de humo.
Nota: Esta semana estaré disertando en Cartagena durante la plenaria anual de la ANDI, compartiendo podio con, entre otros, el Dr. Xavier Xala-i-Martin, profesor mío de la maestría en economía en Kiel, Alemania. La agenda académica está realmente impresionante. Todos muy invitados.
Publicado: agosto 8 de 2017