Ojalá todos siguiéramos las sugerencias de Álvaro Uribe en política, en vez de estar creyendo que sabemos más que él.
Vuelve y se repite y vuelve y se repite, en política, esa manera injusta y antipática de defender a quienes las personas, opinadores, contendores y oposición entre otros, consideramos el mejor candidato para cualquier cargo de elección popular, especialmente Alcaldes, Gobernadores y por supuesto Presidentes.
En política, se ha perdido el real interés de estudiar a cada candidato, a analizar sus propuestas de gobierno, a comprobar la viabilidad de las mismas, a revisar cómo será el manejo de lo económico, que es la columna vertebral de cualquier administración y lo único que permite ver resultados. Lo demás, es muy lindo, muy romántico pero se queda en eso, palabras y más palabras.
Por supuesto que la ideología y el sistema de gobierno son muy importantes y son la base para empezar a escoger, quien nos parece el mejor para el país y la situación que se vive en el momento. No es igual la Colombia del 2002, cuando Álvaro Uribe Vélez llegó a la Presidencia por primera vez, que la Colombia llena de esperanzas, proyectos y resultados que dejó en 2010. Ni qué decir de la triste y apabullada Colombia que nos dejará Juan Manuel Santos en 2018.
Eso es lo que importa realmente: hacia dónde va Colombia y quién será el candidato que logre recuperar el rumbo que se perdió en estos últimos ocho años. ¿Sabemos quienes defendemos a uno u otro candidato, cómo se recupera el rumbo, cuáles son los mecanismos y procesos para lograrlo? ¿De dónde saldrán los recursos, cuáles serán las prioridades y los tiempos de ejecución propuestos? ¿Cómo se manejará la contratación, sin la cual nada se puede lograr? Y, ¿qué pasará con la terrible corrupción? Son temas demasiado profundos que definirán nuestro futuro, por eso es clave entrar a fondo a analizar todas estas variables.
No se trata de si, como dicen en mi tierra, a uno le cae gordo o mal un candidato. No es un tema personal. Ojalá fuera tan simple como votar por el que me parece chévere, me cae bien y punto.
Me refiero a esto, porque cuando veo que la defensa al candidato escogido es el ataque y la burla a los demás contendores, parecería que el elegido, no tuviera las calidades y competencias para gobernar. Poco encuentra uno en las defensas, argumentos o propuestas que colombianos debamos conocer para así decidir, si ese candidato escogido por algunos, debe ser el escogido por todos.
No sólo es el Twitter o Facebook donde se dan al por mayor esas calumnias e infamias contra algunos candidatos, sino en los chats, hoy tan populares. Tengo la fortuna de no pertenecer a muchos de esos grupos, pero sí me envían lo que se escribe de algunos candidatos en ellos. Es realmente penoso y da vergüenza leerlos. El lenguaje utilizado, el odio, la capacidad de difamar y de distorsionar, por el solo hecho de defender al propio candidato, deja muchos sinsabores. El poco cuidado al escribir, olvidando que en política la lealtad es escasa y los mismos del grupo se encargan de dejar mal a otros miembros del mismo.
Me niego a esta forma de hacer política, por eso protesto cada vez que se me llena la copa. Me critican por decir cosas públicamente. A mí el Expresidente Álvaro Uribe, me enseñó dos cosas: una que dice, si no quieres que se sepa, no lo hagas y la otra es que en política lo que uno dice en privado, lo debe poder decir en público. Hoy, Álvaro Uribe, sigue esa norma y sigue confrontando informaciones que vienen de uno y otro lado, afortunadamente. Como lo ha hecho siempre, no se queda con nada. Creo que la política colombiana debe hacer un alto en el camino, reconsiderar sus formas y más bien seguir adelante en la lucha por un mejor país. Que cada cual tenga la posibilidad de exponer sus propuestas sin que sean atacados, tanto de dentro de los partidos, como por fuera de ellos. Es un derecho democrático que todos tenemos.
Todas estas divisiones internas en los partidos, los ataques entre sus miembros, ya han producido el primer resultado en Colombia: la falta de credibilidad y confianza en los mismos, al punto que hoy tenemos 26 candidatos a la presidencia por firmas y no por partidos. Los mismos candidatos huyendo de su partido por temor al desprestigio. Es un llamado de atención a todos y que no debemos dejar pasar.
Cuidemos lo que tenemos, es demasiado grande y diría que imposible de construir nuevamente. No nos dejemos coger por la mala voluntad y los malos quereres.
P.D. Ojalá todos siguiéramos las sugerencias de Álvaro Uribe Vélez en política, en vez de estar creyendo que sabemos más que él.
Publicado: agosto 30 de 2017