La polarización no es para la guerra, sino para darle prelación a la justicia y a la reparación de la nación.
Las almas pías y tominonas de este país de la sagrada reconciliación y del obligante olvido de las víctimas, las verdaderas perjudicadas y despreciadas en esta etapa, se rasgan las vestiduras gimoteando: dizque la polarización política entre dos corrientes es grave para el país. Y entonces optan por hacerse los superadores de la memoria colectiva, como que aquí no ha pasado nada ni va a pasar.
La polarización no es para la guerra, sino para darle prelación a la justicia y a la reparación, a la no repetición de la barbarie y a la advertencia de no conducir la nación al modelo que está hundido en las cercanas y lejanas vecindades. Para que avance el narcótico pensamiento de todos arrodillados y postrados, hay que borrar la capacidad crítica de los universitarios, escritores, artistas y líderes sociales y sindicales. Abusando de la condición mayoritaria religiosa del catolicismo, la visita de Su Santidad el Papa Francisco, todas las baterías de la más diversa oferta, están puestas en ese objetivo que tiene efectos en las elecciones del año venidero.
El soporífero de combatir la presunta polarización política, como si fuera la causa del bajo crecimiento, del desempleo al alza, del endeudamiento internacional sin límites, de la devaluación de los salarios de los trabajadores y la pauperización de las clases medias. Los altos heliotropos gremiales, de la burocracia y del régimen esparcen el polvillo de la resignación y del determinismo marxólogo para que la protesta se encoja y los presuntos nuevos dueños del alma nacional conspiren a sus anchas contra la democracia, la misma que utilizan para acabarla después del gobierno de transición.
¿Qué es el gobierno de transición propuesto por las divinas Farc? Un gobierno que no aparente la traición. Contiene varios elementos: 1. Neutralizar la Fuerza Pública con el cuento de que es la hora de la paz y que al disminuir los peligros internos y externos de la patria, dedicar los militares a tareas sociales y de policía. Ejemplo: la Fábrica de Licores de Antioquia y la oficina de Rentas informaron que habían decomisado un sacatín con 100 mil litros de licor adulterado para ser vendido en la fiesta de las flores, gracias a la labor de la policía y el Ejército. ¿Qué tal el Ejército dedicado a perseguir y capturar contrabandistas de tapetusa y aguardiente adulterados? 2. Poner a divagar a la prensa y a la ciudadanía sobre asuntos baladíes como la moda, los divorcios en la farándula, las visitas de personajes del jet set, etc.- 3. Impulsar candidatos que no son polarizantes porque no dicen nada comprometedor, candidatos sexyboy y sexiwoman, que podrían fascinar a los muchachos de la tribu del dedo pulgar en los espacios de la virtualidad pantalla minúscula.
Polarizar la política, polarizar el debate, polarizar la democracia entre ciudadanos libres es para gente de pensamiento crítico e inteligente, ante todo si de escoger se trata en lo que se mueve en el fondo: un viejo país de plutócratas aliados con los “faracoburgueses” en las cabezas de Santos, De La Calle y Roy Barreras. Y un país que no promete una “revolución bolivariana”, sino una república democrática, estable, sin caletas políticas ni milicianas, hecha a imagen y semejanza del hombre colombiano, sus libertades y sus leyes, no de los bárbaros que enmurallaron la isla de Martí y están dentro del revólver-bolígrafo de Maduro.
Jaime Jaramillo Panesso
Publicado: agosto 15 de 2017