Asumiré que ustedes – como yo – habrán visto la película El Padrino, de manera que podrán entender la siguiente referencia: hay una famosa escena en la que uno de los caporegime de Vito Corleone, “Fat” Clemenza, le explicaba a Michael que en ocasiones las guerras eran necesarias para poder limpiar la mala sangre.
En este momento en Colombia estamos librando una verdadera guerra contra la mala sangre de la corrupción que ha tocado las entrañas más profundas de todos los estamentos Estatales.
La última vez que vivimos una guerra similar fue la que libró el Fiscal Valdivieso durante la presidencia de Ernesto Samper Pizano. El único presidente que ha pasado por la Casa de Nariño al que se le comprobó irrefutablemente que llegó al cargo valiéndose del dinero y la influencia del Cartel de Cali. El expediente en la Fiscalía era el número 8000, razón por la cual hasta hoy se recuerda como el infame Proceso 8000.
En ese proceso cayeron todos: contralores, congresistas, ministros, dirigentes empresariales y deportivos, mafiosos y lagartos, todos, menos Samper y cierto colaborador muy cercano que siempre ha sabido decirle “mamola” a la justicia. El presidente fue absuelto por la Comisión de Acusaciones de la Cámara y terminó su período sin más sanción que el retiro de su visa de turista por parte del gobierno de los Estados Unidos. Ni siquiera recibió la mínima sanción social, porque en Colombia esa moda no ha pegado.
Llama la atención que, igual que en la época Samper, el gobierno de los Estados Unidos está jugando un papel protagónico en la actual guerra contra la corrupción. En esta oportunidad la DEA le entregó unos audios a la Fiscalía General de la Nación en los que se evidencia que el exfiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno, junto a su socio, el abogado Leonardo Pinilla, estaban ofreciendo sus servicios al ex gobernador de Córdoba, Alejandro Lyons, para arreglar su situación jurídica ante la sala penal de la Corte Suprema de Justicia con la ayuda de los magistrados Leonidas Bustos, Francisco Ricaurte y Camilo Tarquino. A modo de ejemplo del resultado de sus multimillonarias gestiones mencionaron a unos ex congresistas a los que les habrían manipulado y dirigido sus procesos. Las personas mencionadas fueron Hernán Andrade, Musa Besaile y Luis Alfredo Ramos. Los dos primeros salieron bien librados en el sentido de que a Andrade le fallaron a favor el proceso por el escándalo de Cajanal, y a Besaile le engavetaron su proceso por parapolítica. El caso de Ramos es bastante curioso, ya que hasta ahora ninguna decisión lo ha favorecido. Duró un poco más de tres años detenido y a pesar de que los testigos en su contra fueron declarados falsos, no le han dictado su absolución cuando lo han debido hacer desde abril de este año.
El gobierno de los Estados Unidos, además de proveer a la Fiscalía General de la Nación las pruebas necesarias para abrirles investigación a los magistrados corruptos, hicieron una advertencia: la cadena de custodia se debe respetar, es decir que no tolerarán que los audios se filtren a los medios de comunicación. También dijeron que los audios no sólo contienen los nombres mencionados por el Fiscal Martínez ya que también mencionan a otros funcionarios, abogados y clientes que se beneficiaron con el Cartel de la Toga (como bien lo bautizó en Twitter Hassan Nassar). Este tema va en serio.
A mí, en lo personal, no me deja de causar curiosidad el papel de la DEA en la investigación. La versión oficial es que el ex gobernador Alejandro Lyons cuando recibió la oferta del exfiscal Moreno y su compinche Pinilla, viajó a los Estados Unidos y solicitó que la DEA lo ayudara a atraparlos. La DEA no solo grabó las conversaciones, sino que le dio a Lyons un sobre con $10 mil dólares marcados para que se los entregara a Moreno. Todos sabemos que la única misión de la DEA es combatir el tráfico de sustancias ilegales.
Me pregunto si la DEA estaba detrás de un delito relacionado con las drogas y se topó con el mayor escándalo de corrupción de la justicia colombiana.
Decir que el tema de la corrupción hizo metástasis, que la sal se corrompió o que se salió de toda madre se queda corto frente a la realidad que estamos viviendo. ¿Qué tal que la DEA no hubiera hecho esas grabaciones? ¿Qué tal si en Brasil no destapan la olla podrida de Odebrecht? ¿Seremos tan inútiles y tan acomodados para acostumbrarnos a la corrupción?
Publicado: agosto 18 de 2017