Rodrigo Rivera Salazar, quien pasó de odiar a Santos, a ser su ministro y embajador, ahora será comisionado de paz.
Las volteretas de Rodrigo Rivera
Rodrigo Rivera Salazar es lo que comúnmente se conoce como un político profesional que se acomoda de acuerdo a las circunstancias. La coherencia no ha sido, ni mucho menos, su principal virtud.
Empezó el trasegar político en Risaralda, al amparo de César Gaviria. Llegó al congreso de la República como liberal y allí estuvo algunos periodos, primero como representante a la Cámara y luego como Senador.
En 2006, se lanzó a la presidencia de la República, compitiendo con Horacio Serpa quien lo derrotó.
En el asfalto y sin mayor brillo político, empezó a buscar pista en las toldas de Álvaro Uribe y, como buen converso, fingió ser más uribista que cualquiera.
Promotor de la segunda reelección
En 2008, empezó a tomar fuerza la tesis de que debía buscarse la manera de permitir que Uribe corriera por tercera vez por la presidencia de la República. Entre los promotores de esa propuesta estuvo Rivera Salazar quien se echó al hombro la iniciativa y se constituyó en uno de los principales promotores del referendo que se planeaba presentar a consideración popular.
Durante largos meses, Rivera convocó a reuniones políticas con distintas personalidades de la política nacional para efectos de sumar apoyos a la segunda reelección de Uribe.
Enemigo de Santos
Una de las razones que Rivera esgrimía para defender la reelección de Uribe era, precisamente, la desconfianza que despertaba en él Juan Manuel Santos, quien se perfilaba como candidato uribista para las elecciones de 2010.
Cuando se hundió el referendo, Rivera quiso sumarse a la baraja de candidatos presidenciales. Como no podía inscribirse por La U dado que Santos ya tenía el aval de ese partido, Rivera buscó un acercamiento con el condenado dirigente santandereano, Luis Alberto Gil, alias El Tuerto, para efectos de ser el aspirante presidencial de su partido, el cuestionado PIN, colectividad en la que militaban los perores criminales de Colombia.
De antisantista, a santista
Viendo que su candidatura era inviable, Rivera se quitó la máscara de antisantista y se convirtió en un decidido promotor de la candidatura de aquel al que hasta hacía poco descalificaba con los más gruesos adjetivos.
Santos ganó y lo puso al frente del ministerio de Defensa. Durante un poco más de un año, Rivera ejerció como ministro. Su paso por esa cartera fue gris, razón por la que el gobierno prefirió mandarlo a Bélgica en condición de embajador.
El regreso
Han pasado 6 años desde que Rodrigo Rivera se fue de Colombia y regresará para desempeñarse como alto comisionado para la paz, cargo para el que tendrá que ponerse una nueva máscara, esta vez la que mejor le lucirá será la de “nuevo mejor amigo” de Timochenko.
Publicado: agosto 2 de 2017