El miércoles 5 de abril las paredes de la Asamblea Nacional de Venezuela se mancharon de la sangre de los diputados de la oposición. Bajo las narices cómplices de Nicolás Maduro, colectivos oficialistas armados irrumpieron en la sede legislativa con las intenciones de hacer el mayor daño posible y de sembrar el terror. La guardia nacional, que es muy “macha” para dispersar las manifestaciones de la oposición, permaneció impávida ante las brutales agresiones contra los diputados.
Antes de que ingresara la turba, el vicepresidente Tareck El Aissami estuvo en el Salón Elíptico de la Asamblea Nacional para leer el Acta de la Independencia y proferir un discurso calcado del manual de los hermanos Castro en el cual acusó a los Estados Unidos de querer convertir a Venezuela en una colonia y culpó a la oligarquía de todos los males del país. Deja vu cubano.
Hace muchos años la bandera cubana se ondea en escenarios oficiales venezolanos, pero nunca había sido tan evidente como ahora que Cuba es Venezuela y Venezuela es Cuba. La isla que ha sido el enclave comunista en occidente logró “infectar” de su totalitarismo comunista a uno de los países más ricos e importantes de Latinoamérica. Lo hizo utilizando como vehículo a un ex militar venezolano que se hizo elegir bajo falsas consignas capitalistas mientras renegaba de la tiranía cubana.
No somos ajenos en Colombia a esas malas prácticas electorales. Juan Manuel Santos también se hizo elegir bajo falsas consignas por todos ya conocidas. Y aunque estoy segura de que Santos no quiere perpetuarse en el poder porque buscará satisfacer su necesidad de alimentar su ego en el extranjero, sí le abrió las puertas al poder a las Farc que buscan implantar el régimen castro-chavista.
Ya sabemos por experiencia que el comunismo no entra por la puerta principal, se necesitan de muchos engaños para que el pueblo voluntariamente acepte elegir a un presidente que inexorablemente lo llevará a la miseria y le coartará sus libertades. Es por eso que tenemos que estar muy vigilantes a quien o quienes serán los candidatos de las Farc.
Hasta ahora la única candidata presidencial que no se ha preocupado por ocultar su cercanía ideológica al régimen cubano-venezolano es Piedad Córdoba, razón por la cual no pienso que sea el caballito ganador de las Farc. Sí, seguro le darán algo de apoyo logístico y financiero pero el caballito de Troya de las Farc tiene que ser alguien “menos evidente”.
Nuestro reto como pueblo que rechaza la dictadura y el comunismo es detectar al caballo de Troya de las Farc. Tarea aparentemente difícil teniendo en cuenta que muchos de los que se han lanzado al ruedo tienen un hermoso discurso contra la corrupción, flagelo que ha azotado a nuestro país ahí sí, como nunca antes, bajo el mandato de Juan Manuel Santos. Por culpa de los corruptos no hay un sector del país que funcione correctamente: la salud, la justicia, la educación y la economía están en crisis. Este es el caldo de cultivo perfecto para que voces populistas encuentren eco en los oídos de un pueblo, con razón, desesperado. Un escenario parecido, guardando las proporciones, a la Venezuela pre Chávez. Deja vu venezolano.
Entonces, ¿quién es el candidato de las Farc? Todo aquel que defienda o haya defendido a capa y espada el acuerdo es un potencial candidato del grupo terrorista. Quiero recalcar el “haya defendido” porque en este momento todo lo que huela a Santos y acuerdos es el equivalente al abrazo del oso electoral. Los que han sabido leer el descontento generalizado del pueblo colombiano con el acuerdo están alzando su voz en contra de ciertos aspectos relacionados a él. No vayan a creer que esas personas hasta ahora están cayendo en cuenta de los evidentes desafueros del acuerdo ni que hasta ahora están despertando sus consciencias, lo de ellos es un elemental cálculo electoral. Es así que ex ministros, ex embajadores, ex alcaldes, ex congresistas y ex negociadores que hoy pretenden hacerse ver como críticos de las Farc, mientras sostienen que el acuerdo se tiene que respetar tal y como está, son los potenciales caballos de Troya de las Farc.
Las paredes de la Asamblea venezolana fueron manchadas de sangre porque hace casi 20 años les abrieron la puerta a los comunistas. Esos que votaron masivamente por Chávez hoy pasan hambre y lloran a sus hijos asesinados por el régimen. Esperemos que Colombia no caiga en el mismo error, estamos a tiempo de evitarlo.
Publicado: julio 7 de 2017