Hace años sigo con interés la contienda presidencial de los Estados Unidos. Me resulta especialmente fascinante la etapa en la que los partidos Republicano y Demócrata escogen a su candidato único. Aunque en esta etapa generalmente los copartidarios “se dan duro”, casi nunca se dan golpes mortales que puedan poner en peligro la alianza futura para que el partido garantice su llegada a la presidencia.
El caso de Donald Trump fue una de las pocas excepciones a esa regla. Trump asestó una serie de golpes mortales a sus compañeros. En el caso de Jeb Bush las ofensas fueron tan grandes que su familia se abstuvo de apoyar a Trump en su contienda contra Hillary Clinton. A Ted Cruz lo apodó “Lyin’Ted” (Ted el mentiroso). Sus insultos contra Cruz fueron tan desmedidos que llegó a tildar de fea a su esposa. A diferencia de Bush, Ted Cruz se tragó todos los sapos y cuando fue derrotado apoyó a Trump por disciplina de partido.
Dentro del Centro Democrático estamos viviendo la etapa de escoger a nuestro candidato único dentro de un ambiente, en mi opinión, de sana competencia. A diferencia de la contienda en Estados Unidos, nuestros precandidatos tienen una buena relación entre ellos, nunca se han maltratado en público y se han dedicado a recorrer el país para darse a conocer.
La historia es otra entre los seguidores de uno u otro candidato, entre los cuales si ha habido encontrones a nivel de redes sociales. Algunos han expresado su temor de que esos ataques puedan ser sinónimo de divisiones que eventualmente puedan hacerle un daño irreversible al partido. Yo, por el contrario, pienso que esas diferencias son naturales. Todos queremos tener la razón y que nuestro candidato sea el ungido, pero no va ser eso lo que cause fisuras dentro del partido. Lo que si puede hacernos daño es lo mismo que nos hizo daño la última vez: que el mecanismo para la escogencia del candidato no se respete y no garantice una verdadera transparencia. Nuestro verdadero reto será ponernos de acuerdo con un mecanismo y respetar CON DISCIPLINA su resultado.
Recalco la palabra disciplina porque estoy convencida de que esta será la única que nos lleve con buenos vientos camino a la presidencia. Tanto los precandidatos como sus seguidores tienen que hacer un pacto de apoyar al candidato que quede elegido sin titubear.
Dentro de la baraja de precandidatos tenemos a unas personas muy valiosas y trabajadoras que, aunque ahora no gocen del reconocimiento público, en el momento en que salgan a recorrer el país de la mano de Uribe ese problema quedará subsanado. Uribe goza del mayor capital político del país, no ha perdido ni una contienda electoral, incluyendo la segunda vuelta entre Oscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos, la cual Santos mal ganó con la ayuda de las malas prácticas electorales de los hoy muy mencionados Ñoños y el montaje del Hacker.
El candidato del Centro Democrático tiene que deberse a una ideología de partido y a una forma de gobernar. Por ejemplo, en el tema económico los Uribistas esperamos que se incentive la inversión, se promueva la empresa privada, se reduzcan los impuestos y se baje el gasto a través de la austeridad del sector público. En el tema de seguridad los Uribistas esperamos mano firme contra la delincuencia y que se haga presencia de la fuerza pública en todo el territorio nacional. En cuanto al acuerdo Farcsantos, esperamos que se retiren todas las concesiones que se les dieron violando el principio de igualdad y nuestro ordenamiento jurídico. Se debe respetar la desmovilización de las bases guerrilleras sin dejar de monitorearlas para saber si volvieron a sus viejos hábitos delincuenciales o si por lo contrario están siendo elementos útiles a la sociedad. A los que sigan traficando y haciendo terror, nuestra expectativa es que la fuerza pública les caiga como un puño. También esperamos que se reanude la aspersión aérea de cultivos y los bombardeos porque el crimen se desestimula con la fuerza y con la promesa de consecuencias. Los Uribistas esperamos que se vuelvan a estrechar los lazos con nuestros aliados naturales, es decir los países demócratas como Estados Unidos y rechacemos las tiranías como las cubanas y venezolanas.
Mi candidato es el candidato Uribista de pura casta, el que no solo promete seguir un programa de gobierno, sino que tiene el carácter y templanza para llevarlo a cabo. Tiene que ser absolutamente leal con Álvaro Uribe y debe tener cuero para aguantar los ataques y argumentos para contrarrestarlos. Mi candidato a la presidencia será el que elija el Centro Democrático.
Publicado: julio 28 de 2017