Maduro se pudrió en lo político, porque desde hace más de 3 años, no tiene argumentos para permanecer en Democracia.
Maduro, el brutal dictador comunista que hoy está golpeando a sus opositores políticos con la contundencia de las balas y los puños; asesinando con sevicia a los jóvenes en las calles de Venezuela, como si él fuera dueño y señor del destino de la gente de ese atribulado país; y moviendo como nunca antes miles de kilos de cocaína por el mundo, a través de sus redes de narcotráfico, compartidas con carteles activos, muchos de ellos socios de las Farc, no se está pareciendo a ningún pajarito que cuenta secretos, sino a la carne cruda que se deja a la intemperie por largo tiempo; vale decir, el régimen y el alma de este sujeto están en evidente estado de descomposición.
Maduro se pudrió de muchas maneras: en lo político, porque desde hace más de 3 años, no tiene argumentos para permanecer en Democracia, y ha reemplazado las ideas por la barbarie de unos asesinos, todos adeptos a sus caprichos, que no conocen Dios ni Ley, y disparan sus armas con la precisión de verdugos bien entrenados.
En lo diplomático, ya huele mal el discurso ciego de este gobernante que jamás mereció serlo. El discípulo de los Castro, perverso sucesor de Chávez, ha dividido y polarizado nuestra región, comprando la conciencia de 14 países al interior de la OEA, e insultando con palabras que nunca deberían estar en la boca de un dirigente, a los gobiernos del continente que han levantado la voz contra el salvajismo de un criminal que sólo piensa en los intereses del castro-narco-chavismo.
La economía, ni se diga… Venezuela es un cadáver. Hace más de 3 años no existen cifras oficiales, la parálisis industrial es abrumadora, la escasez de alimentos y medicamentos es una condena que la gente del común debe padecer todos los días. Es triste consignar que el brillo de la riqueza de antaño, derivada del petróleo, se esfumó, porque los magníficos equipos de trabajo de la pujante PDVSA, fueron cambiados por individuos que a duras penas saben leer y escribir… ¡La hecatombe!
En lo social, la lucha de clases, como siempre ocurre, arrasó con tradiciones, valores e hitos de la cultura y el folklore venezolanos, producto del trabajo de espíritus brillantes y mentes creativas, a lo largo del siglo XX, que llenaron de color y calidad escenarios donde las artes plásticas, el teatro y la literatura siempre tenían la acogida de un público respetuoso y emotivo. ¡Cómo será de podrido este régimen de Maduro, que terminó asesinando a Armando Cañizales, joven violinista que salió a marchar a las calles, salvajemente ultimado, mientras compartía con sus compañeros las notas del himno nacional venezolano!
Y lo que es más doloroso: el gobierno venezolano ha reemplazado un talante de libertad pleno, que reconocía el mensaje de Jesús de Nazaret por la santería cubana, con la irrupción de ritos atados a la brujería, el espiritismo y numerosas prácticas satánicas que se practican, incluso, en los salones del palacio de Miraflores.
Con todo respeto: En la Casa de Nariño, el silencio reina. ¿Santos le tiene miedo al dictador de Venezuela, o una de las condiciones que impusieron las Farc es no meterse con Cuba ni sus aliados? ¿Por qué los canales diplomáticos de Colombia no se han utilizado de la forma como corresponde, en defensa de la Democracia como valor? ¿Se daña la “paz” si el Nobel o su canciller abren la boca? ¿Maduro quiere declararle la guerra a Colombia?
«Sepan que hay un oído atento que lo escucha todo, y nada de lo que se murmura se le escapa.” (Sabiduría,1,10)
@tamayocollins
Publicado: julio 12 de 2017