Las elecciones se ganan con votos, en las urnas no cuentan seguidores, like, me gusta, ni tendencias…
Veo con preocupación que directivos del Centro Democrático (CD) y su militancia están concentrados solo en el debate presidencial, olvidando o descuidando las elecciones de Senado y Cámara de Representantes. Entiendo que despierta más interés y audiencia mediática en redes sociales estar metidos de cabeza promoviendo a los precandidatos presidenciales, eso está bien, pero esa rutina casi viciosa hace olvidar la otra tarea igual de importante y fundamental para la consolidación del CD como es el éxito electoral en las elecciones de marzo 2018.
El Centro Democrático fue audaz en el 2014 cuando se jugó por la lista cerrada para Senado. Este mecanismo permitió realizar una campaña institucional que sumado a la imagen y patrimonio político del expresidente Álvaro Uribe Vélez permitió obtener más de dos millones de votos y 20 curules; la bancada senatorial del CD brilla en el recinto del congreso y obtiene el reconocimiento hasta de sus contradictores por su desempeño, disciplina, coherencia, rigurosidad, y ejercicio monolítico y argumentativo.
Ganar las elecciones del congreso en el 2018 debe ser igual de importante y prioritario como elegir Presidente de la República. Si estamos librando esta batalla histórica para impedir el avance de la agenda castrochavista con la implementación e imposición de los acuerdos de La Habana rechazados por los ciudadanos en las urnas, debemos tener claro que esos debates diarios, intensos y fatigantes que tenemos y desarrollamos con vocación en los medios de comunicación, redes sociales y círculos sociales se deben elevar y llevar a los escenarios institucionales y democráticos como el Congreso de la República, asambleas departamentales y concejos municipales.
El Centro Democrático viene teniendo dificultades en la organización y crecimiento electoral en varias regiones. Es inconcebible que la región caribe no tenga representantes a la cámara o que en las pasadas elecciones no se hubiera elegido gobernadores o alcaldes representativos por la mezquindad y falta de olfato político que tienen algunos directivos regionales. Para nadie es secreto que existe más uribismo que CD, el mejor ejemplo son los resultados electorales de Oscar Iván Zuluaga y del Plebiscito comparados con los resultados regionales.
¿Qué hay que hacer? Indiscutiblemente se debe recurrir a la grandeza política, la grandeza demostrada por los expresidentes Uribe y Pastrana quienes entendieron la necesidad de convocar la “gran alianza presidencial”. Ese modelo debería de ser estudiado al interior de la Dirección Nacional del CD y replicado en las regiones para convocar a todos los sectores de la gran coalición consolidada entorno al NO del plebiscito para que se congreguen de igual forma entorno a la figura jurídica y política del CD para sumar fuerzas y propósitos para obtener resultados electorales reales en las elecciones de marzo del 2018.
Un ejemplo reciente de coalición de fuerzas uribistas y que obtuvo éxito electoral fue el que logramos en el departamento de Santander en las elecciones del 2015. Resumo: la lista de cámara de representantes del CD en Santander por voto preferente en las elecciones del 2014 obtuvo 66.805 votos que permitió elegir un representante de los siete que tiene Santander. En las elecciones del 2015 se permitió la inclusión en la lista de la asamblea del CD de tres candidatos del equipo político del exgobernador Hugo Aguilar –aliado histórico del uribismo- lo que permitió llegar a la cifra de 114.574 votos y lograr la elección de tres diputados; pasamos a ser la segunda fuerza electoral en el departamento de Santander y doblar la votación en menos de dos años.
La política no se puede hacer con espejismos e ilusiones, ni menos con bravuconadas, chismes, intrigas y fanatismos, la política electoral requiere de puentes y más puentes, de concertaciones y consensos, exige que las listas al congreso estén integradas por candidatos que interpreten el lenguaje comunitario. A los ciudadanos hay que convocarlos al triunfo electoral no a derrotas constantes y vergonzosas, la militancia le gusta ganar y que sus líderes tengan vocación de poder, y eso se consigue es con votos.
Publicado: julio 17 de 2017