Entiendo lo que quiso decir Álvaro Uribe, fue en su gobierno que se aprobó la Ley de Infancia y Adolescencia.
Todos nos equivocamos en la vida. Yo tengo grabados en mi corazón, como una llaga difícil de curar, muchos errores cometidos en mi ejercicio periodístico.
Hago esta anotación porque hoy escribiré sobre las normas éticas que han regido mi oficio como directora de un diario, como editorialista, columnista, bloggera y tuitera.
Quiero advertir, también, que nunca me gustó que la empresa El Colombiano hubiera dado a luz al periódico Q´Hubo. Es muy difícil ser popular y no caer en el sensacionalismo. Creo que este medio ha caído en el sensacionalismo, en consejos que El Colombiano nunca daría, en el morbo y en la cosificación de la mujer. Acá sí que es preciso decir que “el fin no justifica los medios”.
Por estos días ha habido mucha polémica alrededor de un tweet del expresidente Uribe, de la revista Soho y de Daniel Samper Ospina.
Entiendo lo que quiso decir Álvaro Uribe porque, si no estoy mal, fue en su gobierno que se aprobó la Ley de Infancia y Adolescencia para proteger a los niños de muchos peligros y abusos, muchos de ellos en los medios de comunicación.
Ni la más bella foto de un menor de edad puede publicarse sin el permiso de sus padres.
Amapola Rodríguez Valencia fue violentada, sometida a un matoneo que la acompañará toda su vida. Dura tarea tienen sus padres para explicarle que le pusieron ese nombre porque a Paloma, su mamá, le encanta la bella canción “Amapola”, y que nada tiene que ver con la flor alucinógena.
Daniel Samper no debió hacer humor irónico con dicho nombre. Se trataba de proteger a una menor de edad, bebé para más señas.
Entre tanta polémica oí a alguien decir que el periodismo tiene como fin denunciar las cosas malas de la administración pública, la corrupción, etc.
Es cierto: el periodismo debe denunciar los delitos y la corrupción, aun de los privados, si afectan el bien común. Pero no llegar hasta juzgar. Esa tarea la tienen los jueces y fiscales.
Pero quedó faltando algo muy importante. Los medios de comunicación también deben anunciar las cosas buenas que hace el sector público y también el privado.
Si no lo hace, la audiencia se queda con una visión distorsionada de la realidad, cae en la desesperanza y el pesimismo con todas sus nefastas consecuencias.
Recuerdo que hace mucho tiempo, época de los grandes capos de la mafia, fui invitada a la Facultad de Ciencias de la Información de una universidad española. Allí me preguntaron si las noticias que oían de Medellín eran ciertas. Les contesté que sí, que eran ciertas, pero que ellos tenían una visión desequilibrada de la ciudad. ¿Por qué?, fue el siguiente interrogante. Les contesté que en Medellín se hacían muchas cosas buenas que ellos nunca conocían por aquello de que “las malas noticias son las buenas noticias”. Pongo este ejemplo para demostrar que el periodismo debe publicar tanto lo malo como lo bueno. Con lo bueno se construye sociedad y país. Con lo malo solamente, y nada de lo positivo, se destruye la sociedad y el país.
Analicemos ahora el periodismo colombiano. Con contadas excepciones sólo publican lo malo. Siendo reduccionista, un medio da a conocer lo negativo, luego los deportes y, por último, las noticias de farándula.
Vamos ahora a “Soho”. Uno la ve exhibida en todos los puestos de revistas, en los supermercados, etc. ¿Sabían lectores que en Estados Unidos estas publicaciones no pueden ser promovidas en sitios a los que entran o por donde pasan los niños?
Pasemos a sus contenidos. Unas veces se burlan de la religión católica. Recuerdo el fotomontaje de la “Última Cena” de Da Vinci. Y el del sacerdote pederasta rodeado de niños desnudos.
Ninguna religión debe ser motivo de burla. La religiosidad es algo tan íntimo del ser humano que merece respeto. Por burlarse del islamismo fue el ataque de islamistas fanáticos contra el periódico “Charlie Hebdo” en París.
Muchos padres de familia no quisieran que sus hijos vieran fotos de desnudos. Y les toca aguantárselos en la portada de “Soho”. ¿Recuerdan aquella en que salió un reconocido futbolista y, como en una revista para infantes, se levantaba una tapita para verle su órgano sexual?
No digo que se prohíba la publicación de “Soho”. No faltaba más. Pero sí digo que prevalecen los derechos del niño y que la justicia debería actuar en consecuencia para no someterlos al morbo y la pornografía.
Para terminar, quiero reiterar que en Colombia los medios “son libres y tienen responsabilidad social”. Es decir, la responsabilidad ante la sociedad hace que sea un deber confrontarse día a día con la ética para saber si al publicar algo se está siendo responsable o irresponsable. La libertad no es absoluta. Priman el bien común y otros derechos. Prima la vocación de servicio para construir una comunidad y un país dignos y con un futuro de despejado optimismo.
Publicado: julio 24 de 2017