Al hoy senador Iván Duque lo conocí personalmente hace aproximadamente 3 años cuando me topé con él en la Universidad Sergio Arboleda, claustro donde ambos somos profesores. La primera impresión que recibí provino de su sencillez y amabilidad, especialmente cuando me dijo “admiro la defensa que usted hace de su papá, por favor salúdemelo”.
Desde ese momento quedé intrigado por su juventud, perfil académico y porque era vox pópuli la gran confianza que el ex presidente Álvaro Uribe ha depositado en él desde hace varios años. Sólo basta leer su hoja de vida para concluir dos cosas importantes: 1) Es un profesional de 41 años que ha sobresalido en todo lo que ha emprendido, y 2) No está contaminado de la política “tradicional” que tanto daño le hace a Colombia.
Luego de encuentros esporádicos y no programados, me fui adentrando en el pensamiento de Iván Duque a partir de sus intervenciones, libros y textos publicados, así como de sus ponencias y proposiciones en el Congreso, entre otros. Si algo tiene el senador Duque es que nunca ha ocultado lo que piensa y a eso se debe su fecunda labor como columnista, esa misma que algunos ahora pretenden utilizar en su contra para descalificarlo como precandidato del uribismo a la Presidencia de la República.
De entrada, me impactó su propuesta pedagógica del “árbol de la libertad y el orden”. Con ella expone y desarrolla su rica visión de país, con la cual ha logrado dar consistencia a sus discursos y propuestas. Digo que me impactó porque curiosamente tengo mi propia propuesta pedagógica de país, denominada “el barco pirata”, y recuerdo la respuesta de Iván Duque cuando intercambiamos algunas ideas al respecto: “hagamos un barco cargado de árboles”.
Sí, el senador Duque, al igual que muchos otros entre los cuales honrosamente me cuento, es un romántico de la política. Pero lo es, convencido de que la retórica sin ejecutorias es letra muerta.
Por eso, además de la expedición de la “Ley Naranja” de su autoría, que representa un salto cuantitativo y cualitativo para las industrias creativas en Colombia, nadie le puede negar al senador Duque el reconocimiento de que ha sido el único, en tiempos recientes, que ha logrado fracturar en alguna medida la dictadura de la paz impuesta por Juan Manuel Santos. Me refiero puntualmente a la demanda que interpuso y sustentó ante la Corte Constitucional frente al “fast-track”, la cual fue resuelta a su favor y nos dio un oasis de esperanza en medio de tanta incertidumbre.
¿Qué viene ahora para el senador Duque? Debo decir que me ha sorprendido la mezquindad con la que algunos pocos, pero sonoros integrantes del Centro Democrático, lo han atacado con el ánimo de desacreditarlo. Según ellos, el discurso a veces “progresista” del senador en el pasado, su supuesta relación con el magnate George Soros y el haber trabajado alguna vez con Juan Manuel Santos y la Fundación Buen Gobierno, lo hacen indigno de confianza. Pura y física especulación, por no decir nimiedad.
Confío en el criterio del expresidente Uribe, así como en el del concejal de Bogotá, Andrés Forero, entre muchos otros que desde un comienzo han promovido la precandidatura del senador Iván Duque. Además de ello, no necesito mayores referencias para darme cuenta de que estamos frente a una persona decente y una verdadera opción de futuro para el país.
Si hoy se convocara algún tipo de consulta para definir la candidatura del Centro Democrático a la Presidencia de la República, con el respeto y la admiración que profeso por los demás precandidatos, no dudaría en depositar mi voto por Iván Duque.
“Por sus frutos los conoceréis” y, en este caso, la cosecha será abundante.
Publicado: julio 24 de 2017