Se aproximan las elecciones presidenciales de 2018, las más importantes de la historia republicana de Colombia porque allí se decidirá si termina por imponerse el acuerdo de paz que contra la voluntad de la mayoría del pueblo impuso Santos al país y ahora reglamenta violando la Constitución, o si por el contrario el país recobra la senda de la institucionalidad recogiendo el mandato popular de no refrendar un documento que avala la impunidad y abre una peligrosa compuerta hacia la venezolanización de Colombia.
Serán unas elecciones atípicas, nunca antes vistas, no solo por el hecho de tener como antecedente la imposición ilegal de un acuerdo de paz, sino por otros factores que podrían socavar la democracia a niveles nunca antes vistos.
Para la guerrilla de las Farc las elecciones de 2018 son de vida o muerte, puesto que se juegan su futuro personal y político. Para ellas el próximo presidente de Colombia podrá significar el pasaporte definitivo hacia la impunidad y la consagración del poder que lograron a costillas de un gobierno arrodillado y de tendencias izquierdistas como el de Santos, o que bajo la orientación de un gobernante digno se desvanezcan todas las concesiones y ventajas desmesuradas, tanto las obtenidas hasta ahora como las que se pronostican para el futuro.
Por lo dicho, se emplearán a fondo para que salga airoso el candidato de sus preferencias, que no será otro que el candidato del gobierno. Para estos propósitos contarán desde el inicio de la contienda con grandes ventajas comparativas. En efecto, aparentemente reincorporadas a la vida civil, aun no entregan las armas y muchos de sus integrantes, con la mirada complaciente del gobierno, siguen delinquiendo, con lo cual conservarán la capacidad de lograr votos extorsionando a la ciudadanía sobre todo en las zonas más apartadas del país. Adicionalmente, conservan intacto su enorme poder económico, que sin la menor duda pondrán a su servicio mediante la compra de votos en el contexto de un sistema electoral supremamente débil y que en pleno siglo XXI se muestra inerme ante el fraude electoral.
Ese candidato que convenga a las Farc contará además con la ayuda económica de los congresistas de la unidad nacional. Aunque por lo general los congresistas destinan el dinero para invertirlo en sus propias campañas y en las elecciones presidenciales brindan solamente apoyo logístico, esta vez hay mucho en juego y seguramente que por primera vez destinaran parte de sus recursos económicos para apoyar el candidato presidencial de sus preferencias. Esto obedece a que pasar al ostracismo en un gobierno opuesto a la línea de Santos puede significar el fin de sus carreras políticas, teniendo en cuenta que para la opinión pública y para el pueblo en general está más que clara la complicidad de estos legisladores en la entrega del país a las Farc, ya que , comprados por el gobierno, le sirvieron de instrumento para una tarea que no podría ser más impopular.
Es ostensible entonces el irregular desequilibrio de fuerzas en las próximas elecciones y el mayor damnificado de esa situación será sin duda el Centro Democrático, única alternativa seria para salvar a Colombia de las garras de las Farc y de su compinche, el actual presidente de la república.
Las próximas elecciones son, pues, vitales, y el Centro Democrático como única esperanza de redención debe llegar a ellas compacto y con un candidato fuerte. No puede permitirse el lujo de disensos internos que lo debiliten ante semejantes desventajas que le esperan en la contienda.
Un bálsamo en este panorama desolador es que las últimas encuestas coinciden en que si bien no hay un candidato del CD que descuelle en las preferencias de los electores, sí es abrumadora la mayoría que decididamente apoya las propuestas del presidente Uribe y del partido. Es decir, el Centro Democrático encabeza las encuestas actualmente, no a través de un candidato específico, sino de las propuestas que ha venido formulando, y eso es muy alentador.
Por esta razón, desde esta tribuna insto a todos y cada uno de los candidatos del partido para que mediante un acuerdo depositen toda su confianza en el presidente Uribe con el fin de que sea él quien escoja al candidato del partido y se comprometan a respaldar incondicionalmente al escogido.
Considero que de esta manera se enviará un mensaje sólido al país sobre quién es el candidato indiscutible del mejor y más popular presidente de la historia de Colombia, el único que ha demostrado capacidad para sacar el país adelante en sus peores momentos.
Que sea este el primer paso para que el Centro Democrático triunfe en las próximas elecciones y el país recobre la senda del progreso y la democracia.
Publicado: junio 2 de 2017
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