Debemos hacer todo lo posible, como constituyentes primarios, para exigir que se adelanten las elecciones presidenciales este año.
Ahora resulta que Timochenko se embejucó por un sobrevuelo en una “zona de reserva”, fijada dentro de las cláusulas del malnacido acuerdo suscrito entre las Farc y Santos (derrotado en las urnas el 2 de octubre), como si el comandante de la narcoguerrilla colombiana, fuera el jefe de algún Estado independiente: ¡Hágame el favor el nivel de arrodillamiento al que llegó De la Calle en La Habana, con el aval de Santos en Bogotá! Ya no cabe ninguna duda, después de esta apabullante declaración: la paz que le vendieron, con propaganda falaz a Colombia, se cuajó como una rendición por parte del Estado del cual formamos parte, ante la organización narcoterrorista que, desde 1964, ha escrito las más sangrientas páginas de la historia nacional.
Siguiendo el guión de ese esperpento que hoy recibe el nombre de “Memoria Histórica”, donde los victimarios pasarán como víctimas, arrasando con la verdad de miles familias, que tuvieron que ver morir y enterrar a sus seres queridos, con un fusil en la nuca a cambio de su silencio.
¡Paremos esta vaina! Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance como constituyentes primarios, para exigir que se adelanten las elecciones presidenciales este año, pues estamos en una sinsalida. Si fuera un hombre correcto, Santos, como lo han hacho tantos líderes del primer mundo en circunstancias mucho menos graves, renunciaría.
Estas son algunas de las motivaciones que deberían llevar al Presidente de la República a tomar esa decisión:
- La corrupción lo ahogó. Se acabó la “mermelada”. Es decir, plata no hay, ni en caja ni en cartera: en la presidencia del “Nobel”, todo se lo robaron e, incluso, fue superado, con creces, el desastre del gobierno Samper, que ahora es subcampeón en corrupción.
- El gobierno Santos no cumplió los compromisos adquiridos con diferentes sectores de la sociedad colombiana, quienes con todo derecho van a endurecer su posición frente a la actual “administración”, seguramente generando sucesivas jornadas de paro, ralentizando, aún más, el incierto devenir de la inversión extranjera en Colombia, que hoy está colocando sus ojos en Perú, como país estrella de la región.
- La incertidumbre que ha despertado la Justicia Especial para la Paz, moda “jurídica” esencialmente atropelladora de las instituciones, lo único que ha despertado es recelo en diferentes sectores, además de auspiciar la temida y temible politización de la Justicia, engendro a todas luces espeluznante, que es una seria amenaza para las Fuerzas Militares, y en el corto plazo, de aplicarse, en un fuerte obstáculo para el pleno disfrute de las libertades dentro de la democracia. (¿Cuántos “enemigos” de la paz de las Farc terminarán siendo ajusticiados por los jueces escogidos por los camaradas de “Timo” y compañía?)
Preguntas a la yugular: ¿La agenda de las minorías puede aplastar el sentido común de las mayorías? Que se abra la reflexión para pensar en eso que con tanta furia llaman “tolerancia”, cuestión que, en la práctica, no es nada distinto a la imposición totalitaria de intereses que enaltecen el marxismo cultural en detrimento de la dignidad del ser humano.
¿Por qué los encargados que quieren imponernos para llevar a cabo los escrutinios de las elecciones en Colombia tienen vínculos comerciales con los responsables de las jornadas electorales en Venezuela durante la era del comunismo castro-chavista? Acaso, ¿no ha sido suficientemente clara la evidencia del atraco que ha sufrido el pueblo venezolano en las últimas 10 elecciones?
Con todo respeto: Si nos quedamos callados y no actuamos con toda la fortaleza que exigen las actuales circunstancias, después no nos llamemos a engaños. Quienes hoy hablan de paz terminarán metiéndonos en una guerra feroz, porque los argumentos de su paz, lo único que están abriendo es una puerta para que se desencadene la peor era de violencia de nuestra historia. Estos “paladines” de la Paz no merecen ninguna oportunidad. Les aseguro que el remedio que desean para Colombia, resultará mucho peor que la enfermedad.
“La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.” (Cicerón).
Publicado: junio 7 de 2017