¿Por qué todo es una coima, una mordida, un chanchullo, una palanca o un CVY en este país de nadie?
¡Cómo es posible que un simple trámite para que una pinche licencia de conducción (antigua) sea inscrita en el RUNT (Registro Único Nacional de Tránsito) se demore más de 4 meses en Colombia! ¿Qué se están creyendo los funcionarios públicos del sector de movilidad? Acaso, ¿sujetos muy importantes, cuando no son más que meros individuos que están sentados (¿aplastados’) en sus puestos de trabajo para servirle a la gente, sin más contraprestación que su salario? O acaso, ¿no hay presupuesto para sacar adelante esos “chicharrones”?
¡Protesto, carajo! ¿Por qué todo es una coima, una mordida, un chanchullo, una palanca o un CVY en este país de nadie? ¿Por qué nos acostumbramos y aplaudimos “culturas organizacionales” que todo lo destruyen? Seguro, porque los colombianos para nosotros mismos valemos lo que ponen las gallinas. Eso es algo que, a juzgar por las evidencias, pocos pueden contradecir. Es inaudito que siempre estemos viendo lo que hacen los de afuera, criticando muchas veces, sin ponerle punto final a las cuestiones que nos sepultan como sociedad.
Me cansé de ver tanta roña, burda parsimonia, a fin de esperar una “comisión”. En fin, que triste que esta infamia sea una prueba de paciencia que tiene que pasar cualquier ciudadano decente que no le debe nada a nadie y cumple con el Estado, yendo a votar, pagando impuestos y haciendo lo que la Ley le manda. En Colombia, amable lector, tanto usted como yo no representamos nada diferente a una cifra dentro de una estadística que normalmente arroja resultados que distan mucho de la realidad…
Revisando la historia, ese es el pan nuestro de todos los días en esta tierra ingrata, donde la gente prefiere los reinados de belleza a la humanidad de las personas. Guardadas proporciones, si regresáramos a la época del terror jacobino que tanto les gusta a Lula, Castro, Petro, Maduro y demás comunistas que lo único que han hecho es violentar la democracia; si volviéramos a vivir esos tiempos en los cuales se pasaba a la gente por la guillotina, y en el mejor de los casos, ante el paredón de fusilamiento, del actual mandatario de los colombianos para abajo, dadas las protestas y justas demandas de diferentes sectores sociales, todos estarían en la fila de los condenados.
Naturalmente, no deseamos nada distinto que una vejez tranquila y feliz para el señor Santos y para los negligentes funcionaros públicos que se gradúan todos los días de pillos, corruptos, ladrones y zánganos, dignos representantes de esa fauna burocrática de pacotilla que arrasa con el futuro de nuestros hijos. ¡Ni más faltaba, válgame Dios! Es más, me encantaría que todos ellos pudieran terminar sus vidas, ojalá lo más lejos que puedan del país que los vio nacer, haciendo algo honesto por el bien de sus familias (Y que les paguen lo justo).
¡Protesto, carajo! Levanto mi voz en nombre de los pacientes que son maltratados en los hospitales públicos, porque no hay camas dignas para ellos, ni baños que cumplan con las mínimas condiciones de salubridad para sus acompañantes. Me uno al dolor de las personas que están esperando sentencias, por más de 18 meses, que permitan definir la libertad de sus seres queridos; e incluso, fallos que respeten los restos mortales de padres, hijos o hermanos, luego de que sus deudos fueran estafados por instituciones funerarias que venden lotes en cementerios, sin anunciarles a los comparadores los “pormenores” de la letra pequeña que aparece en los contratos…
Como siempre, y nunca me cansaré de hacerlo, me sumo a los colombianos que están pidiendo a gritos que los intereses del sector financiero disminuyan, erradicando la usura que hoy se pavonea con el beneplácito de leyes escritas para una minoría que entorpece el desarrollo de la economía libre y el capitalismo de verdad en Colombia.
Con todo respeto: Una sociedad que dice estar avanzado, no puede seguir evadiendo sus problemáticas profundas, esas que demandan solución inmediata. Las actuales circunstancias exigen la reacción de todos, por el bien de todos. Para arrancar, de corazón, entendamos que el otro es persona.
“La falla de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes.” (Winston Churchill).
Publicado: mayo 31 de 2017