Seguramente el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, es un mal político y a veces un opaco administrador.
Las encuestas en general le dan una imagen desfavorable del 80% cuando lleva poco más de 16 meses en el cargo, el segundo de elección popular más importante del país. Y las encuestas hay que respetarlas y oírlas así haya gente que diga que es más importante el escrutinio de la historia que un sondeo.
Ahora los detractores de Peñalosa lo quieren sacar del cargo. Como es de público conocimiento, la revocatoria en su contra la están promoviendo principalmente el ex alcalde Gustavo Petro y sus seguidores.
Pero, ¿es Petro el hombre para ponerse al frente de semejante empresa?
Doctor Petro, seamos francos: el menos indicado para irse en contra de Peñalosa es usted porque su administración fue entre regular y mala y, por qué no, entre mala y pésima.
Así usted diga que los medios de comunicación bogotanos se la montaron por sus decisiones “en favor del pueblo” y de “los menos favorecidos”, la realidad fue que entre el primero de enero de 2012 y el 31 de diciembre de 2015 la Alcaldía de Bogotá estuvo sin timonel.
Petro ganó la alcaldía con poco más del 30% de los votos de los residentes de Bogotá. Es decir, las dos terceras partes de los electores estuvieron en contra del otrora integrante del M-19. Pero, a decir verdad, hay que aceptar que en la democracia se gana o se pierde por un voto. Esas son las reglas de la democracia.
Ahora bien, ¿qué hizo Petro en cuatro años por la capital colombiana? En realidad poco o nada. Ciertamente le dio por dividir a los ciudadanos entre ricos y pobres y entre izquierdistas y derechistas.
La prensa registró en su momento que se le subió el poder a la cabeza y que nadie podía controvertir sus decisiones o puntos de vista. Los que lo hicieron fueron echados sin consideración alguna por la puerta de atrás del Palacio de Liévano.
“Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota”, le escribió a Petro su amigo (o ex amigo) Daniel García-Peña cuando en 2012 su esposa, María Valencia Gaitán, fue despedida de la Secretaría del Hábitat.
Entre tanto, el Canal Capital, que es un bien de todos los bogotanos, fue puesto a su disposición las 24 horas del día. El canal, en cabeza del hoy concejal Hollman Morris, fue utilizado para exaltar la vida y obra de Petro y para atacar con saña a sus opositores.
De eso fueron víctimas, por ejemplo, varios periodistas de Caracol Radio que osaron criticar al alcalde. Para tal misión Morris tuvo a su disposición un grupito de periodistas-empleados que, en vez de dedicarse a su oficio, se dieron a la tarea de hurgar en las vidas de los contradictores de su jefe político.
Y de la burla con la justicia por parte de Petro ni hablar. En diciembre de 2013, la Procuraduría General de la Nación lo destituyó por las gravísimas irregularidades en que un año antes incurrió en el tema de la recolección de basuras en la capital.
Pero fiel a su estilo, es decir, la justicia es buena cuando les cae encima a los enemigos y mala cuando toca las puertas de su casa, Petro movió cielo y tierra para no dejarse sacar del cargo. Y a decir verdad lo consiguió. Eso hay que reconocérselo, así no nos guste.
Después de que sus seguidores anegaron los despachos judiciales del país con tutelas con el argumento baladí de que su opinión en las urnas había sido defenestrada por el Ministerio Público, consiguió que un magistrado del Tribunal Administrativo de Cundinamarca suspendiera provisionalmente la decisión del procurador Alejandro Ordóñez.
Mientras tanto, y con transmisión en vivo y en directo del Canal Capital, Petro se propuso a llenar constantemente la Plaza de Bolívar con sus seguidores para desafiar el fallo de la Procuraduría.
Adicionalmente, y en un hecho contrario a la armonía que deben guardar las instituciones, el entonces fiscal Eduardo Montealegre le tiró un salvavidas a Petro y de manera pública se unió a las huestes que apoyaban al alcalde.
Finalmente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en una desconcertante postura, se encargó de dejar en el cargo a Petro.
Y, como si todo lo anterior fuera poco, el mandatario Juan Manuel Santos, temeroso de perder el apoyo de la izquierda en las elecciones presidenciales de mayo de 2014, también desconoció el fallo de la Procuraduría y permitió que contra viento y marea Petro se quedara en la alcaldía.
En cambio, estoy seguro de que si la revocatoria prospera en su contra, Peñalosa dejará el cargo y no montará el show que descaradamente nos impuso Petro.
Si Peñalosa es un mal alcalde, pues que se vaya porque la gente no lo quiere. Pero, en todo caso, lo que no podemos hacer es caer en la trampa que nos quiere tender Petro con el cuento de que Bogotá se divide en dos: antes y después de él.
Publicado: mayo 5 de 2017