La carnicería promovida contra Enrique Peñalosa es una bellaquería que va más allá de cualquier interés por la ciudad, es una campaña mediática que busca promover la aspiración presidencial de Gustavo Petro.
Bogotá está convertida en un barullo. La ciudad está en medio de disputas politiqueras e intereses electorales donde los egos pesan más que la razón. Silenciar ante el cataclismo que se avecina en la ciudad capital es desconocer que la suerte de Bogotá también es la suerte de Colombia.
Enrique Peñalosa, es víctima por estos días de una nueva arremetida por parte de la turba que gobernó a Bogotá por doce años, por quienes creen que la ciudad solo le pertenece al colectivo progresista, por quienes desean que la ciudad solo sea epicentro electoral de la izquierda antes que convertirla en referente de desarrollo urbanístico, cultural, educativo, de innovación y sostenibilidad.
Los habitantes de Bogotá y más exactamente los electores han sido víctimas de sus determinaciones por posar en las urnas de intelectuales, de independientes, por creer que Bogotá es la “Atenas suramericana” eligieron por tres periodos consecutivos alcaldes que engavetaron la planeación técnica, seria y responsable, diseñada y ejecutada por los exalcaldes Jaime Castro, Antanas Mockus y Enrique Peñalosa.
Quienes viven en Bogotá son los llamados a evaluar los resultados de las administraciones de izquierda: lo cierto es que gobernaron a punta de populismo, demagogia e improvisación. Lucho Garzón, incompetente y charlatán. Samuel Moreno, convirtió la alcaldía en guarida de hampones para asaltar el presupuesto de Bogotá. Clara López, testigo presencial del asalto prefirió en su corta administración silenciar y apaciguar el desastre con repartija de puestos bajo la tutela de su oscuro esposo. Y Gustavo Petro, convirtió a Bogotá en la Venezuela de Hugo Chávez.
¿Dónde están las troncales de la séptima, la 68 y la avenida Boyacá? ¿Dónde está la calidad, eficiencia y rapidez del SITP? ¿Dónde están las viviendas para los pobres que la izquierda dice representar? ¿Dónde está la seguridad ciudadana? ¿Dónde está la obra de gobierno que dejó la izquierda en Bogotá?
La revocatoria del mandato (Ley 134) tiene unos requisitos y causales taxativos de estricto cumplimiento. La misma Corte Constitucional se vio obligada a precisar en sentencia C-150/2015 sus alcances: “La revocatoria del mandato consiste en la posibilidad con la que cuenta el pueblo de responsabilizar políticamente el incumplimiento de aquello que haya prometido determinado candidato y por lo cual fue elegido (…)”. No existe un mecanismo legal que vulnere más los principios y valores democráticos que la misma revocatoria del mandato. La revocatoria como está estipulada en nuestro ordenamiento jurídico no solo es obtusa sino instrumento politiquero para perturbar e intimidar a los alcaldes que ganaron democráticamente en las urnas.
Los promotores de la revocatoria del mandato de Enrique Peñalosa, liderados por Gustavo Petro, Hollman Morris, y asociados, argumentan motivos contrarios a los que dispone la norma y la Corte Constitucional. Los electores desconocen que el voto depositado por un candidato tiene inmerso el voto programático. La colcha de retazos jurídicos en el que se convirtió el régimen municipal impide y limita la ejecución a todo vapor de los programas de gobierno de los nuevos alcaldes quienes son sometidos a perder seis meses de su periodo en la aprobación del plan de desarrollo. Solo en “locombia” el concejo municipal o distrital debe aprobar lo que los ciudadanos avalaron en las urnas (Ver Revocatoria, elección de alcaldes y régimen municipal).
El plan de desarrollo 2016-2020 “Bogotá mejor para todos” de la administración Peñalosa fue aprobado por el concejo distrital el 31 de mayo del 2016 y sancionado por el alcalde el 9 de junio del 2016 y la inscripción ante la registraduria del comité promotor de revocatoria del alcalde se realizó el 2 de enero del 2017. Según esta cronología, los inconformes con Peñalosa solo le dieron seis meses para cumplir con el programa de gobierno. Olvidan los promotores y ciudadanos despistados de Bogotá que se dejan persuadir por las manipulaciones engañosas de la izquierda anarquista que la ciudad viene de padecer un desastre administrativo y de planeación por más de una década y por lo tanto es infame y cínico exigirle a Peñalosa solución inmediata de los problemas que aquejan a los capitalinos.
Enrique Peñalosa, podrá se antipático en su comportamiento, políticamente equivocado para rodearse, torpe en la forma de comunicarse, pero indiscutiblemente es un hombre con suficiente probidad demostrada, referente mundial en la construcción de ciudades sostenibles y visionario incomprendido. La carnicería promovida contra Enrique Peñalosa es una bellaquería que va más allá de cualquier interés por la ciudad, es una campaña mediática que busca promover la aspiración presidencial de Gustavo Petro, para atomizar el electorado nacional desde la agitación de lucha de clases y promover la implementación del castrochavismo sobre las cenizas de Bogotá.
Pregunta técnica: ¿cómo se promueve la candidatura presidencial de Gustavo Petro, cuando existe fallo de la Procuraduría General de la Nación sancionándolo e inhabilitándolo y penas pecuniarias multimillonarias de superintendencias sin cancelar?
Publicado: mayo 8 de 2017