Durante una de mis clases de especialización, estudiamos las características del control jerárquico, y me resultó imposible dejar de pensar en la relación Timochenko-Santos.
Después de la firma del acuerdo de paz, Timochenko nos anunció un gobierno de transición, el cual nunca pudo ser explicado por el Señor Presidente de la República, sin embargo hoy me atrevería a decir que desde la Casa de Nariño se están dando los primeros pasos, quizás ese gobierno de transición aludido por las Farc, se refería a la subordinación de Santos y su gabinete ministerial.
Entre las características del control jerárquico se encuentra la posibilidad de que el superior instruya las acciones del inferior. Ahora imaginemos un presidente que después de una larga reunión con el presidente de Estados Unidos, llama a su superior para darle parte y recibir instrucciones. Cualquiera podría pensar que se trata de un ejemplo hipotético, pero lastimosamente es lo que sucedió entre Santos y Timochenko después de la reunión del mandatario colombiano con Donald Trump.
En Colombia, el presidente de la republica parece un subordinado más de la guerrilla de las Farc, un anuncio de lo que será el 2018 si los colombianos no elegimos bien a nuestro próximo mandatario.
En una carta, Timochenko le pide a Santos proteger el espíritu del acuerdo de paz, tras la decisión de la Corte Constitucional de devolver al Congreso de la Republica su capacidad de decisión sobre las normas aprobadas por Fast Track. Como es lógico en una relación de subordinación, ante la presión por los intereses del superior, el gobierno y aliados iniciaron una etapa de presión a magistrados de la Corte Constitucional que habían contrariado los propósitos del jefe guerrillero.
Colombia necesita reaccionar ante las señales que nos están dando desde la Casa de Nariño, si no reaccionamos y elegimos un presidente capaz de corregir los errores del acuerdo de paz que ponen en jaque la democracia, el gobierno de transición no será propiamente un control jerárquico de las Farc al presidente, sino las propias Farc gobernando directamente desde la Casa de Nariño.
Un gobierno de transición, más la posibilidad de transformar la constitución, y un ejecutivo, legislativo y judicial sin autonomía para tomar sus propias decisiones, sumados a un control jerárquico del jefe guerrillero al presidente es un anunció de lo que nos espera en 2018 si no aplicamos los correctivos necesarios para combatir las malas decisiones que han puesto en jaque nuestro Estado Social de Derecho.
No se trata de hacer trizas el acuerdo de paz, se trata de revertir las malas decisiones del gobierno, es nuestro deber como colombianos quitarle el control jerárquico que hoy ostenta Timochenko gracias a las ambiciones personales del presidente Santos.
Ojalá y la relación de delegante y delegatario, que sostiene TImochenko con Juan Manuel Santos, no se extienda hasta el punto en que Timochenko ejerza control sobre las decisiones del legislativo y judicial.
El 2018 es el año de recuperar el rumbo, y no solo en el ejecutivo.
Publicado: mayo 25 de 2017