El gobierno de Santos y las Farc, son dos caras de la misma moneda. Hay que ganar en el 2018.
Yo, que no he pretendido siquiera ser miembro de la junta del edificio en que vivo, he decidido aspirar a la candidatura presidencial por el Centro Democrático. Soy candidato a ser candidato.
Han dicho que no tengo experiencia electoral. Es verdad. Pero tal cosa no me inhabilita para aspirar y, en particular, no me ha impedido pensar el país, sus necesidades y sus soluciones, desde hace treinta y tantos años. Y conocerlo, no desde la fría meseta capitalina sino en sus confines más lejanos, que he recorrido desde las época en que a pie, con morral y carpa, tenía once años, me iba de excursión en el colegio. Mi oficio, además, ha exigido atender los problemas de comunidades, empresarios y agricultores a lo largo y ancho de nuestra geografía, de la Guajira al Putumayo, del Vichada al Chocó. Este es un país de regiones y de grandes ciudades, con problemas territoriales distintos, y sus soluciones tienen que construirse también regional y localmente y ser apoyados desde el Gobierno central. Hay que gobernar con distancia del establecimiento bogotano que encarna Santos, incapaz de ver más allá de los cerros en que se encierra la capital.
Si bien nunca he hecho política, sí conozco de cerca el funcionamiento de nuestro Estado y del Gobierno. Fui asesor por varios años del Ministerio de Defensa y viceministro en el Ministerio de Interior y Justicia. Y consultor en América Latina del PNUD en asuntos de seguridad y justicia, dos de los temas más sustantivos en nuestras sociedades. Se lo que no funciona de la maquinaria estatal y creo conocer las soluciones.
Voy a defender políticas y programas de los que estoy convencido y sobre los que he tratado en mis columnas desde segundo año de carrera en la universidad. Y si bien tengo muy claras mis ideas y por años he debatido sobre ellas, no haré un ejercicio sectario ni de polarización. Intuyo al país harto de pugnas y enfrentamientos ideológicos y personales. Propondré y defenderé soluciones concretas para los necesidades reales. Es la búsqueda de soluciones para el bienestar del pueblo la tarea del gobernante. La gente no come derecha ni centro ni izquierda, sino carne y leche.
No me interesa la candidatura por vanidad. La política tiene que volver a ser el servicio a los demás y no la satisfacción de los intereses personales o, peor, el coto de caza de los bandidos que le quitan el pan de la boca a los ciudadanos. Me postulo porque creo que el país vive una coyuntura complejísima y son muchos los peligros que se avecinan. Y que nos van la vida y el futuro de nuestros hijos, en corregir el rumbo.
El gobierno de Santos y las Farc, aliados desde la negociación y cómplices para violar la democracia y desconocer la voluntad popular expresada en el plebiscito, son dos caras de la misma moneda. Entre ambos nos han llevado hasta el borde del precipicio. Si no actuamos ya, nos despeñaremos como nuestros vecinos. Hay que ganar en el 2018.
Para esa victoria es indispensable trabajar en equipo y en una gran alianza republicana. Este no es y no puede ser un proyecto personal sino un esfuerzo conjunto que debe ampliarse a todos los que consideramos que la vida democrática están en peligro y que es inaceptable que los que han matado, secuestrado y se han dedicado al crimen y al narcotráfico por cincuenta años tengan más beneficios del Estado que los ciudadanos honestos y trabajadores que nunca han delinquido.
¡Apenas esta semana, desde Casa de Nariño se anunciaba, por un lado, un millón de pesos mensuales para los narcocultivadores y, por el otro, se decía que no había plata para los maestros! El gobierno de Santos y las Farc han probado que ser pillo paga.
Colombia necesita que le demos una mano, una mano responsable y solidaria, para que entre todos construyamos el país justo y de propietarios que merecemos. Una mano amable y generosa que, sin embargo, debe convertirse en un puño para combatir a los violentos, a los corruptos y a los criminales. ¡Paso de vencedores!
Publicado: mayo 16 de 2017