Las marchas ciudadanas son el encuentro de los habitantes para protestar ante sus gobernantes por su comportamiento, sus medidas antipopulares.
Convocada la marcha cívica y popular para el sábado próximo 1 de abril, ha despertado el entusiasmo ciudadano, pero está concitando las más insospechadas emboscadas oficiales desde el presidente Santos hasta la jauría salvaje de los validos del régimen.
Una marcha ciudadana es normal en los países democráticos. Son ellas la expresión de las libertades de asociación, de la libertad de expresión colectiva. Las marchas ciudadanas son el encuentro de los habitantes para protestar ante sus gobernantes por su comportamiento, sus medidas antipopulares, por sus negociados. Las hay también para respaldar a los gobiernos por sus aciertos y su ejemplo de dignidad.
Sin embargo en Colombia cunde el pánico y el miedo a esta hora del atardecer santista. Primero aparece el presidente inventándose una carta suscrita por cuarenta hombres libres, entre cuyas firmas dizque aparecían dos congresistas del Centro Democrático, carta presuntamente enviada a congresistas de los Estados Unidos solicitándoles intervenir para suprimir la ayuda de ese país al nuestro. Resultó una mentira tan burda que obligó a la senadora Paola Holguín defender la carta donde no se solicitaba lo que dijo Santos y además, no estaba firmada por Paloma Valencia ni por María Fernanda Cabal, ambas dirigentes de CD. Santos además, leyó un sartal de palabras agresivas para tratar de demeritar la marcha.
Después aparecen los cancerberos de Santos que desde el periódico oficial, El Tiempo, con saliva rabiosa e hidrofóbica, escriben contra la marcha, replicando los embustes en la plenaria del senado, bajo el entusiasmo por el delito de concierto para digerir temor enmermelado. Allí estaban Galán y Claudia López y sus lenguas iridiscentes.
Pero el gobierno tiene en Roy Barreras el más estupendo defensor. No hay que ocultar que Barreras fue el negociador más incisivo del acuerdo, suplantando la dupleta De la Calle-Jaramillo, para sacar las castañas del fuego. Desde sus tribunas, el Rasputín del Venerable Culto a las Farc, dedica su insondable inteligencia ladina a insultar y desconceptuar a los marchistas. ¿Qué teme el lóbulo izquierdo del cerebro presidencial? ¿Qué trama su miedo para crear miedo a quienes pacíficamente quisieron marchar? ¿Cuántos Barreras salieron en los días previos a condenar la marcha porque sus temores, a un pueblo que desfila, les llenan la vejiga de “alacranes humanitarios”? Esperemos para completar el cuadro al cuadrado, el discurso en clave de materialismo histórico, del comandante Timochenko, o de alguno de sus subordinados, que con el martillo y con la hoz, esperan al Papa Francisco. Laus Dei.
Jaime Jaramillo Panesso
Publicado: abril 4 de 2017