El ministro Alejandro Gaviria en su pasada entrevista con la revista Semana, hizo referencia a la fracasomanía y a su libro que indica la necesidad de no caer en la indignación permanente, de ser objetivos en los cuestionamientos que los colombianos hacemos frentes a las situaciones que se presentan diariamente en el país.
Colombia está sumergida en un inconformismo general que viene de antaño. Con los últimos acontecimientos ocurridos en el gobierno Santos, se rebosó la copa y la prevención de los ciudadanos es constante.
La inmediatez de la información, hace que las respuestas sean al instante y por supuesto no hay forma de recibir de manera optimista y objetiva los acontecimientos, especialmente lo relacionado al desafortunado proceso de paz, que en vez de ocasionar alegría ha traído toda suerte de desaciertos y descontento para la población en general, pues sin justicia no hay paz.
Las instituciones han fallado y siguen fallando, y por supuesto qué hay algunas mejoras, lo que pasa en el caso del sistema de Salud, es que los errores se pagan con vidas y ahí es donde ya no se puede pensar en que se puedan pasar por alto las debilidades del mismo.
El ministro asegura que en el país hay más de 1 millón de atenciones en salud al día y que no valoramos ese esfuerzo, ¿pero por el solo hecho de hacerlas estamos cumpliendo las metas en salud? ¿Podemos asegurar que todas las atenciones son seguras, oportunas y adecuadas para las necesidades de los pacientes? Sólo el 1% de las instituciones de salud del país están acreditadas en calidad de los servicios de salud. Para el 2015, se planeó que este era un requisito obligatorio para el funcionamiento de todas las IPS.
También persisten las quejas de los profesionales, especialmente los médicos, en la retención que algunas IPS les hacen en sus salarios para compensar las glosas de las EPS, a pesar de las normas existentes, esto sigue sucediendo.
Es que basta con darle un vistazo al presupuesto destinado para el funcionamiento de los hospitales. Los sobrecostos son evidentes. Las respuestas no llegan. Las sanciones tampoco. ¿Cómo es posible que un ente de control como la Supersalud sea tan inoperante?
Ni hablar de los controles a clínicas de garaje y a los médicos que realizan especialización exprés en cirugía plástica, porque día a día las muertes de pacientes por mala práctica siguen presentándose. ¿Qué respuesta tiene el ministro ante esto? El proyecto para regular estos procedimientos se presentó con dos meses de retraso y mientras tanto los daños a personas incautas continúan.
Se nota en el Ministerio de Salud que hace falta un equipo técnico de asesoría en salud pública, porque las intervenciones del ministro Gaviria no van más allá de sus acertadas cátedras económicas. Vergonzosa intervención y justificación para poner los impuestos a las gaseosas. Con lo del asbesto otro desacierto y más grave aún el tema de la aspersión con glifosato, que continúa suspendida y la asesoría que puede dar el Ministerio en este tema no ha sido la mejor. Esta última es una gran preocupación que está llevando al país hacia un problema socioeconómico de gran magnitud.
No es fracasomanía lo que padecemos los colombianos. Es decepción y falta de confianza en las instituciones, porque no existe una sola en el país que esté libre de corrupción.
Publicado: abril 3 de 2017