Todas las revoluciones tienen un costo antes y después de. La revolución francesa tuvo un costo enorme en vidas. En la sola fractura humana de la sociedad, se calcula que por lo menos dos millones de jóvenes, la mayoría de ellos engañados por la revolución, murieron au nom de la revolution.
En el lenguaje político se produjo otra fractura. Se habla de izquierda y derecha. Cuando llegaron los jacobinos de la revolución al palacio del Eliseo, la silla del rey Luis XIV estaba vacía. Se miraron unos a otros en el gran salón. El maestro de la ceremonia dijo: Quienes se quieren hacer a la izquierda del Rey. Se ubicaron, los de la izquierda. Quienes a la derecha. Se ubicaron, los de la derecha.
Desde entonces, en la France se habla de la izquierda y la derecha. La gauche et la droite. Así, de simple. Ustedes ven, por ejemplo, que en la actual Asamblea Nacional los conservadores se ubican a la derecha del presidente; los de izquierda, a la izquierda; los del centro, en el centro.
Con la revolución francesa volvieron los conflictos entre franceses, ingleses, españoles, alemanes, austriacos. Todos contra todos. En una decisión típica de un régimen autoritario y tirano, una vez decapitado el Rey el 22 de abril de 1792 la Asamblea Nacional le declara la guerra al Rey de la Bohême et de la Hongrie, guerra que duró tan solo 20 años abrazando a toda Europa hasta cuando llegó la paz de Amiens en marzo de 1802. En la práctica, esa sola guerra se llevó por delante dos generaciones.
No solo fue la guerra ailleurs de la frontera, lejos de la frontera. No. También, lo fue la guerra civil al interior. Los jacobinos declararon enemigos de la revolución a todo lo que se opusiera. Comenzando por el Rey Luis XIV a quien lo pasan por la guillotina. Meses después, le tocaría el turno a su esposa María Antonieta.
La Revolución francesa comenzó por construir la paz, el amor del género humano, lo que llaman hoy equidad de género, la libertad, la igualdad y la fraternidad. Terminó decapitando hasta a sus mismos mentores. La Plaza de la Bastille, lugar simbólico de la revolución donde celebraron el triunfo de Macron, está llena de sangre producto de la guillotina.
De la misma manera como llegaron los jacobinos, desde que aparece Hugo Chávez en el firmamento venezolano, latinoamericano, se produjo la fractura social y humana como parte de la estrategia para dividir la sociedad entre adeptos al nuevo régimen socialista bolivariano o los enemigos de, utilizando un lenguaje bélico, militar, sembrando el odio, la lucha de clases, los que están conmigo, rodilla en tierra, un fusil para cada venezolano que defendiera la revolución en contra del imperio. JMS, también lo hizo para dividir a los colombianos entre los enemigos y amigos de la paz. Y, lo sigue haciendo.
Por esta razón, es que nacen los colectivos motorizados. Los colectivos motorizados fueron contemplados en el Plan Guaicapuro como unas milicias armadas paralelas a las FF.MM quienes se encargarían de reprimir todo intento de rebelión de la población civil.
En el régimen nazi fueron las camisas pardas o negras. En el régimen de Chávez fueron y son los frentes más conocidos como colectivos armados y entrenados por los cubanos e iraníes. De ahí, sale el frente Francisco Miranda, frente que imprime el terror nocturno en Caracas.
Lo que hemos visto la última semana en medio de la masiva protesta de los venezolanos es, precisamente, a estos colectivos armados reprimiendo a como dé lugar a todo aquel ciudadano que busca su libertad en contra del narco régimen de Maduro causando la muerte de 10 personas inocentes. Detuvieron a más de 500 personas, ancianos incluidos. Les importó un pito.
Mientras tanto, el papa Francisco, con minúscula porque no merece la mayúscula, guarda un silencio cómplice que me aterra y me indigna. Lo que sucede en Venezuela, papa Francisco, no tiene perdón de Dios.
La Conferencia Episcopal colombiana, también.
Y, del Partido Conservador colombiano en manos del senador Andrade, ni se diga.
Y, sale la ONU a decir que se debe promover el diálogo. Tal vez, debió ser una brillante idea de María Emma, la de promover el diálogo. ¡Por Dios!, Qué más diálogo puede haber.
Ni se diga de las declaraciones solidarias con el bravo pueblo venezolano de parte de la canciller salomónica Holguín.
Pareciera que a la comunidad internacional, incluyendo la OEA, le importara un pito lo que pasa en Venezuela. ¿Será que a la Corte Penal Internacional también le importará un pito?
Puntilla: Me indigna ver a Santrich en primera clase de Avianca. ¿Quién patrocina eso? Tal vez, a Avianca le importe un pito mi indignación.
Publicado: abril 25 de 2017