El domingo anterior, María Jimena Duzán, abrió y cerró su columna habitual en la revista Semana con la siguiente colección de palabras: “Ojalá el nuevo vicepresidente Óscar Naranjo ponga orden e impida que los dineros del posconflicto terminen aceitando candidaturas del Partido Liberal, –como muchas voces alarmadas están sospechando– o que el Partido Conservador o La U, se ‘embolsillen’ los recursos destinados para las reformas del agro.”
La periodista describió su opinión y su cansancio por la pugnacidad política entre colombianos, concluyendo que “quienes más perdemos en un país polarizado somos los colombianos, porque olvidamos lo que verdaderamente es importante por la trifulca del día. Yo por mi lado, me cansé de esa pelea mezquina y ruin. De la política, quiero propuestas, no amenazas; quiero ideas que cautiven mi intelecto, no consignas para nutrir la venganza.”
Sin pretender tomar partido del contenido del artículo de opinión, respetable como todas las opiniones de todos los columnistas, sin excepción; lo traigo a esta columna de opinión, por considerar de suma importancia jurídica dado que desde hace un tiempo sectores de la política colombiana y las mismas Farc-Ep, vienen hablando y planteando la necesidad de un “gobierno de transición”.
Para poder darle alcance a la solicitud planteada al general Oscar Naranjo, hoy vicepresidente de la República, se requiere poner en movimiento las disposiciones superiores contenidas en el Capítulo 3 del Título VII de la Constitución Política de Colombia. Lo que María Jimena puede estar insinuando, podría ser y no creo que sea cosa distinta, que el presidente de la República Juan Manuel Santos Calderón, dé un paso al costado y permita que las funciones presidenciales sean asumidas por el nuevo vicepresidente de la República.
El giro de María Jimena Duzán, invita a la reflexión. “Un gobierno débil, lacónico, que no logra sintonizarse con la población y que para sorpresa de muchos colombianos no tenía una estrategia para implementar el posconflicto” tiende por lógica hacia la desinstitucionalización absoluta y ahí, es donde puede aparecer el caos, del cual si llegase a suceder, tal vez no seamos capaces de recuperarnos en corto tiempo.
No nos apartemos de la importancia que pueda significar para la concordia y la armonía colombiana, que el general Oscar Naranjo llegue a ocupar la Presidencia de la República. Fue el Director General de la Policía Nacional durante el último mandato del presidente Álvaro Uribe Vélez y durante los primeros años del mandato del presidente Juan Manuel Santos. Cualquier cosa que suceda, que sea por el bien de la patria. Los colombianos ya entendieron que el mundo político requiere de la redefinición ideológica de las masas. Ya todos sabemos qué es blanco, negro, rojo, azul y amarillo. Evitar el caos es posible.
Publicado: abril 25 de 2017