Los aliados de Santos están furiosos porque Uribe le puso punto final al gran embuste del proceso con las Farc.
“La ropa sucia se lava en casa”. Con esa desafortunada frase, el saliente embajador santista en Washington, Juan Carlos Pinzón descalificó el encuentro social que sostuvieron los expresidentes Pastrana y Uribe con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Es natural que los voceros del régimen colombiano se molesten al descubrir que el mandatario estadounidense prefirió conversar con los jefes de la oposición antes de atender a Santos, a quien tienen agendado en la Casa Blanca para el mes de mayo, aunque es muy posible que dicha reunión sea pospuesta por motivos de agenda de Trump.
Se ha llegado al extremo desesperado de acusar al expresidente Uribe, por el simple motivo de haber conversado con Donald Trump, de “traición a la patria”. Como tal, ese delito no existe en Colombia, aunque el código penal prevé castigos para quienes incurran en el “menoscabo de la integridad nacional”, con sentencias de 10 a 20 años de prisión.
Plantear que la reunión de Uribe con Trump es un delito, sólo cabe en la mente retorcida de un enfermizo enemigo del uribismo y obsecuente validador del terrorismo guerrillero, como en efecto es el senador Iván Cepeda Castro.
Ahora que se ha decidido judicializar este asunto, si hay responsables de propiciar el menoscabo de la integridad colombiana, estos son quienes se robaron el plebiscito para entregarle a la banda terrorista de las Farc nuestra democracia.
Santos, con la complicidad de personas de baja catadura como Iván Cepeda, corruptos como Armando Benedetti y Roy Barreras, o criminales como Horacio Serpa, tomó la decisión de destruir la confianza ciudadana en el sistema electoral colombiano, al desconocer arbitraria y abusivamente el veredicto popular expresado en las urnas el pasado 2 de octubre, con ocasión de la votación del plebiscito.
Los oficialistas, que ahora enarbolan el caduco discurso “antiyanqui”, se equivocan atacando al presidente Uribe por haber conversado con Donald Trump. Gústele a quien le guste, la posición del gobierno de los Estados Unidos es definitiva para el futuro de la paz de Colombia y es más que necesario que Washington conozca la verdad de lo que pactaron Santos y Timochenko.
Santos, que es un auténtico estafador político y un mentiroso redomado, así como ha engañado a Colombia, le ha faltado a la verdad a la denominada comunidad internacional, a la que convenció de que en nuestro país, gracias a él, se había alcanzado la paz.
Mentira absoluta. El acuerdo con la banda terrorista Farc, es un pacto de complicidades que garantiza la impunidad de los peores crímenes cometidos en contra de la humanidad.
Así que es mejor que no se pongan muy bravos los aliados de Santos por el hecho de que el mundo, de una buena vez, se entere de los pormenores macabros que hay en el tan cacareado acuerdo con la banda criminal Farc.
El tapen-tapen que el santismo estaba llevando a cabo, tenía que llegar a su fin. Un gobierno que lleva 7 años engañando al pueblo, no podía salirse con la suya. La verdad debe aflorar para que el planeta entero conozca la dimensión de la ilegitimidad no solo del acuerdo con las Farc, sino del gobierno corrupto que le entregó el futuro de Colombia a una de las estructuras terroristas más peligrosas del mundo.
Publicado: abril 18 de 2017