La dictadura venezolana encabezada por Nicolás Maduro pasará a la historia por ser sanguinaria y cruel. Por su parte, el nobel de paz será recordado por ser cómplice del régimen.
El día 11 de abril, Nicolás Maduro visitó San Félix, una de las zonas más pobres de Venezuela y que históricamente se había caracterizado por ser cercana al chavismo. Todo transcurría con normalidad hasta que los ciudadanos inconformes mostraron su repudio al régimen de una forma bastante particular, con huevos y diversos objetos que tiraron con muy buena puntería al dictador.
Lo anterior además de ser simbólico es muy importante porque deja patente como hasta los propios chavistas no confían en Nicolás Maduro. La comunidad internacional – a excepción de unos cuantos- mal que bien presiona y la oposición encabezada por María Corina Machado, Lilian Tintori, Capriles, Ramos Allup, por fin y después de tanto tiempo se encuentra unida. No obstante, para el gobierno de Juan Manuel Santos ni para las Farc, la decadencia de la dictadura representa algo positivo porque los últimos se quedarían sin su segundo hogar y de paso sin las rutas del narcotráfico. Igualmente el Nobel se queda sin un aliado estratégico y sin uno de sus alcahuetas.
Así que llegó la hora de presionar al gobierno colombiano para que deje la tibieza y tome acciones más fuertes en contra de la dictadura venezolana. Para nadie es un secreto que Juan Manuel Santos se siente cómodo con la dictadura y le conviene tenerla a su lado.
Con Maduro, puede caer Santos y de paso uno de los más grandes aliados de las Farc. En conclusión resulta fundamental brindarle todo el apoyo al hermano pueblo venezolano y contribuir de la manera que nos sea posible para que pasen esa desagradable página de su historia.
Publicado: abril 13 de 2017