Esta semana en el Senado de la República tuvo cabida un debate sobre el cual existía gran expectativa, el tema en cuestión era Odebrecht y la corrupción.
El citante era el senador y precandidato presidencial, Jorge Robledo, quien deseaba “cantarle la tabla” al Fiscal General de la Nación en el Capitolio nacional. Cabe anotar, que el Fiscal no hizo presencia, o por lo menos no física. Pero sí envió un escrito en donde se refería a varias preguntas que eran materia de discusión por Robledo y compañía.
No se puede negar que el senador Robledo se prepara para sus debates, cifras y documentos le acompañan siempre, lo cual merece respeto, pues por lo menos se preocupa por no decir sandeces.
Todos, tanto senadores, periodistas y ciudadanía del común, esperábamos un debate con altura, dentro del marco del respeto y los argumentos, ese es el deber ser en estos escenarios. Pero no, fuimos testigos de intervenciones en donde había mucho saludo y formalismo pero escaso contenido; y en otras, mucho populismo, odio e incoherencia y cero argumentos.
Quien brilló fue la Senadora Claudia Nayibe López, pero brilló por su ausencia, pues ella llegó al recinto, alzó la mano y gritó “presente” y acto seguido se fue. ¿Para dónde? Para el programa “Voces Rcn”, que, al finalizar, condujo de vuelta a Nayibe al Congreso. Regresó, y sin saber qué habían dicho sus compañeros pidió la palabra, la cual por supuesto, el presidente del Senado le concedió, pues era obligación. ¿Qué dijo? Nada relevante. Solo odio y populismo emitía la señora Nayibe. Ella posaba de impoluta, pero de sus decenas de investigaciones que tuvo hace unos años cuando ejercía también cargo público nada dijo. Sacaba pecho señalando a unos y otros, procesando y condenando cual omnipotente fuera; pero sobre los dineros recibidos en su fundación junto con León Valencia, gracias a la “generosidad” del gobierno Santos ni siquiera hizo alusión; tampoco se refirió al ausentismo que ella critica pero a la vez práctica. Entendemos que la incoherencia, los sofismas y la ambigüedad siempre es la mejor arma para personajes como ella. Pero no, no Senadora Nayibe, el país está cansado de usted, de sus maltratos y gritos, de decir lo primero que se le ocurra sin siquiera conectarlo con el cerebro.
El país merece respeto, el país merece debates con altura, debates serios, en donde no solo se destruya, sino que también se construya en favor de los intereses nacionales. Pero para ello necesitamos Senadores y Representantes serios, preparados, capaces de argumentar, respetuosos y propositivos. Pero de eso muy poco hay.
Por eso, como ciudadanos, como electores tenemos la responsabilidad patria de elegir a personas con estos y muchos otros más valores, aptitudes y actitudes; somos nosotros los llamados a castigar o premiar con el voto a quienes lo merecen.
Un escenario como el Congreso no debe carecer de debates serios, por el contrario, estos deberían abundar.
Publicado: abril 27 de 2017