Como diría el reconocido cantante español Raphael: “A veces llegan cartas con sabor amargo, con sabor a lágrimas. A veces llegan cartas con olor a espinas (…)”. También llegan cartas que parecen bombas y otras que caen como un baldado de agua fría. Y ese tipo de carta fue la que, precisamente, recibieron los 15 alcaldes de La Guajira, a finales de marzo, de parte del grupo guerrillero de las Farc. En esta les hacían una invitación formal a dialogar sobre la implementación de los acuerdos firmados en La Habana en los Planes de Desarrollo de cada municipio.
La cita sería en el corregimiento de Conejo, municipio de Fonseca, y se realizaría dentro del campamento que está allí ubicado. Por supuesto contaría con el “amable” acompañamiento de guerrilleros, que aún siguen armados. Claro, el argumentos de este grupo insurgente es que todos los alcaldes y concejales “deben apoyar la paz” en la región.
Sin embargo es muy evidente que el apoyo que está solicitando dicho grupo no es tan “voluntario” y que la presión de las Farc, en La Guajira, es muy notoria. Presión tanto a la población civil como a los mandatarios locales. Porque cabe anotar que este grupo insurgente le exigió a los alcaldes información de los Planes de Desarrollo y otro tipo de documentos.
Por supuesto, dicha presión no es nueva. ¡Esta viene de tiempo atrás!, tal como lo he denunciado en varias de mis columnas. ¿Recuerdan aquella reunión política que realizó las Farc, hace más de un año, en esa misma región? Aquella “pedagogía” de paz con armas, a cargo de tres de los máximos jefes de las Farc: Iván Márquez, Joaquín Gómez y Jesús Santrich.
¿Así mismo recuerdan a aquellos guerrilleros de las Farc que iban a la zona de concentración de Conejo, fuertemente armados, caminando a plena luz del día, al lado de los pequeños de primaria que acababan de salir de clases? Sí, dando una muestra de poder, sin importarles la seguridad de los pobladores.
Lo que más inquieta de todo esto es que hay un actor en común en estas historias de La Guajira: Milton de Jesús Toncel Redondo, alias «Joaquín Gómez», uno de los comandantes de las Farc. Porque para nadie es un secreto en esta región, el interés que tiene este guerrillero en hacer política en su departamento natal. Y parece ser que desde ya está abonando el terreno.
Mientras tanto, el Presidente Juan Manuel Santos, como siempre, sigue tratando de aminorar los abusos que tienen que ver con las Farc. Como si los hechos no fueran graves. Por su parte el Alto Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, sale a decir a medios: “Creo que se puede considerar una violación al cese al fuego porque no han terminado de desarmarse y es una presión sobre la sociedad. Es una alteración al orden en la región y el acuerdo (de paz) claramente dice que eso está prohibido”. Pero, ¿y? ¿Pasó algo? ¿Hubo consecuencias para las Farc? ¡Claro que no! Solo fue una pantomima para decir que sí se pronunciaron sobre el tema.
Y para la muestra un botón: esta semana se reunieron las Farc con la Asociación de Comerciantes del Municipio de Fonseca, en el punto Transitorio de Normalización “Amaury Rodríguez”, en el corregimiento de Pondores. El objetivo: “despejar dudas” sobre lo acordado en el proceso de paz de La Habana.
Yo sí quiero saber ¿cuáles son esos “superpoderes” que se está adjudicando las Farc en La Guajira? Porque es evidente que esto es aún más grave que hacer “política con armas”. Este grupo insurgente se está tomando atribuciones que no le competen y está fungiendo como autoridad en esta importante zona fronteriza. O ¿cómo se le puede llamar a esas citaciones que están haciendo?
Señor Presidente: ¿A qué están jugando las Farc en La Guajira? Los Colombianos, y más los Guajiros, nos merecemos saber la verdad.
Publicado: abril 14 de 2017