En una eventual reunión entre Trump y Santos, una pregunta sería ¿qué ha hecho con el dinero del Plan Colombia?
Si fuera ciudadana estadounidense y supiera que parte de mis impuestos va hacia un país llamado Colombia, estaría histérica. Probablemente me preguntaría por qué mi país ha invertido más cien mil millones de dólares para ayudar a combatir el narcotráfico para venir después a enterarme a través del Departamento de Estado que los cultivos han aumentado dramáticamente – y vaya que el incremento ha sido dramático – que se estima que el territorio sembrado de coca llegó a las 188.000 hectáreas con un potencial de producción de cocaína de 710 toneladas.
Para hacerse una idea de la magnitud de esa producción, hay que estimar su valor final. Un gramo de cocaína puesto en Pekín vale 500 dólares, mientras que en Estados Unidos cuesta 120 dólares. Una tonelada tiene 1.000.000 de gramos, es decir que el potencial del valor de una tonelada es de entre 500 millones y 120 millones de dólares, respectivamente. Al multiplicar esto por 710 toneladas, la cifra se saldrá de la calculadora.
Sabemos que no toda esa producción llegará a su destino final. Una parte se quedará en Colombia para cubrir las necesidades del consumo local (que va en aumento) y otra se perderá en los decomisos. Sin embargo, si tan sólo una tercera parte de esa producción llega a su destino, las ganancias para los narcotraficantes en Colombia serán astronómicas.
En 1999 el gobierno colombiano, en cabeza de Andrés Pastrana, suscribió un acuerdo bilateral con el gobierno estadounidense, en ese entonces presidido por Bill Clinton. El acuerdo, llamado el Plan Colombia, tenía como objetivo primordial ayudar en la lucha contra las drogas en nuestro país. El triunfo diplomático de Pastrana fue contundente teniendo en cuenta que Colombia era prácticamente un Estado fallido después del escándalo de Ernesto Samper y su proceso 8000 que llevó a la descertificación del país y el escarnio público internacional.
El Plan Colombia fue una herramienta invaluable para combatir el narcotráfico. El presidente Álvaro Uribe Vélez, que supo entender que el motor del terror es la droga, terminó su mandato en el 2010 con aproximadamente 47.000 hectáreas de coca sembradas. Mientras tanto, Juan Manuel Santos, a un año y medio de terminar su mandato, acumula la no despreciable suma de ¡188.000 hectáreas sembradas de coca!
Ante este panorama, sería interesante establecer cuáles han sido las acciones del gobierno colombiano durante los últimos seis años para disminuir la producción y tráfico de estupefacientes, y cuál ha sido el destino de los recursos aportados por los Estados Unidos para combatir ese flagelo. Sabemos que esos recursos son de destinación específica, es decir, que el gobierno colombiano no se puede gastar el dinero, por ejemplo, en hacerle canchas de fútbol o instalarles wifi a los guerrilleros, pues este dinero fue entregado para otro propósito. Ante la coyuntura actual de la economía de los Estados Unidos, donde el gobierno Trump ha procedido con innumerables recortes presupuestales a nivel interno, no sorprendería que, ante el fracaso de la política anti droga del gobierno colombiano, decidan hacer profundos recortes a los subsidios de que hasta ahora ha gozado Colombia.
En una eventual reunión entre Donald Trump y Juan Manuel Santos, una de las preguntas que podrían surgir sería ¿qué ha hecho con el dinero del Plan Colombia? (where´s the money). Una de las medidas que ha tomado Santos para no seguir combatiendo el fenómeno del narcotráfico es la de prohibir la erradicación mediante la aspersión de glifosato. Esto quedó incluido dentro del acuerdo final con las Farc, acuerdo que en cuestión de días será incorporado al bloque de constitucionalidad y blindado durante tres períodos presidenciales.
John Kerry, exsecretario de Estado de Barack Obama, en una reunión sostenida en Cuba con las cabecillas de las Farc y delegados del gobierno colombiano, sostuvo su interés en apoyar las negociaciones de paz y convertir el Plan Colombia en el Plan Paz con miras a ayudar a financiar el post conflicto. Lo que no sabemos es si Rex Tillerson, secretario de Estado de Donald Trump, tenga las mismas intenciones. Amanecerá y veremos.
Ñapa 1: Ojalá Santos, muy ilusionado con su visita a Trump, no salga casi escupido como salió Angela Merkel.
Ñapa 2: Denuncia un exguerrillero que las Farc financiaron la campaña de Santos en el 2014, de ser esto cierto ¿se imaginan las maravillas que podrán hacer con los narco dólares en el 2018?
Publicado: marzo 24 de 2017