Desde pequeña me he pasado la vida esperando que la política en Colombia cambie, que sea transparente, que la pueda ejercer quien quiera ayudar a Colombia y quien tenga el carácter para saber decir si o no, según las circunstancias.
Vengo de Cartagena, con padres Sucreños, sitios ambos donde la política en vez de sacar adelante esos pueblos, lo que ha hecho es atrasarlos. Siguen rezagados, cuando la pobreza en vez de disminuir aumenta, cuando la infraestructura va a pasos de tortuga o queda a medio hacer, donde los dineros para construir escuelas, vías, hospitales son robados por quienes los manejan, nada augura un buen futuro. Lo más triste es que sucede, y vuelve y sucede y vuelve y sucede.
La corrupción para hacerse elegir en cualquier cargo de elección popular vale miles de millones de pesos, que solo se recuperan cobrando comisiones a los contratistas. Esos contratistas que no han sido capaces de decir no y denunciar a funcionarios corruptos. Si así lo hubieran hecho, hoy Colombia no estaría ahogada por la corrupción. Tampoco hemos tenido funcionarios capaces de denunciar a contratistas que ofrezcan coimas para ganarse un contrato.
Así he visto pasar la política en Colombia, duele decirlo.
De la crítica debemos pasar a la acción, cómo salir de este torbellino que se traga todo lo que entra, con honrosas excepciones, que no alcanzan a ser si no escaramuzas.
La reforma electoral que está en la agenda, preocupa por quienes la están construyendo. Los mismos con las mismas, o sea que poco futuro le veo. Cuando vi la foto de los invitados por el presidente Santos a discutir la reforma electoral, sentí gran frustración. Si llego a estar equivocada es un milagro, créanmelo, es un milagro.
Si estuviera en mis manos hacer una reforma electoral, cómo lo haría:
Todas las listas a corporaciones públicas, desde concejal, hasta senador, deben ser cerradas, sin excepción. La ventaja es que así lo fundamental son las ideas y las propuestas, y no la compra de votos. El fortalecimiento de los partidos es una necesidad. Hoy los partidos solo sirven de trampolín para hacerse elegir, olvidando la esencia de la política que es la lucha por las ideas y su permanencia en la historia. Cambio de fondo, necesario para comenzar a luchar por lo que toca, por lo que necesita Colombia y no por la competencia del que más plata tenga para salir elegido.
Así mismo hoy los partidos reparten avales al que más plata tenga, así sea el de menos propuestas y peor imagen. Este tema de la plata en campañas es de tal magnitud que muchas personas jóvenes, honestas, no pueden aspirar, no tienen manera de competir con esos ríos de plata que luego deben devolver en contratos.
La financiación de las campañas debe ser pública totalmente. Nada de financiación por parte de privados. Esto hace que automáticamente las elecciones se vuelven transparentes. Quien siendo candidato viole esta norma, debe ser sancionado con pérdida de investidura y muerte política. Es que las malas mañas no se quitan sino con firmeza y autoridad.
Los mecanismos de elección de un candidato dentro de los partidos debe ser mediante consulta abierta. Donde el pueblo tenga la posibilidad de escoger su candidato y no sea señalado a dedo por sus amigos en el partido. Si solo hay un candidato, podrá ser escogido sin consulta popular. Si queremos democracia, nos tenemos que someter a ella.
No puede haber elegidos a corporaciones públicas, por más de tres periodos. Es que se envejecen en esos cargos y cierran puertas a nuevas generaciones. La renovación en el sector público es necesaria para el desarrollo de Colombia. Los cargos de elección popular no son para pensionarse, son para trabajar por el país.
Así mismo los salarios deben reducirse a congresistas en un 30%, y se descontará por ausencias no justificadas. Se imaginan los niños que podrían educarse con este ahorro.
Pasajes, gasolina, deben tener topes razonables. Quien se pase de esos topes debe asumirlos con sus propios recursos. Así mismo los tiquetes aéreos y todos los beneficios de los que hoy gozan los congresistas.
Debe existir una sola cámara que forme el Congreso, disminuyendo en un 50% el número de parlamentarios, volviéndolos más visibles y más eficientes.
A cada persona elegida por voto popular se debe exigir una rendición de cuentas, pero de verdad, nada de maquillaje. Que el pueblo que lo eligió tenga la capacidad de quitarle la investidura si no cumple. Así mismo los partidos políticos deben tener la obligación de rendir cuentas públicas sobre su gestión y sobre el manejo de los recursos públicos, y que las sanciones se cumplan de verdad.
Puede sonar antidemocrático, pero se deberían estudiar los requisitos para aspirar a esos cargos. En un país como Colombia con pocas oportunidades, puede no ser justo exigir requisitos, pero dejo el tema para reflexión.
El nepotismo también debe ser reglamentado. Que por lo menos se esperen dos periodos antes de aspirar, entre los familiares. Así mismo esposos, hermanos, padres e hijos no pueden seguir siendo parte del Congreso y otros cargos de elección popular. Ese cuento que cada uno de la familia está en un partido distinto para poder estar todos juntos y al tiempo en las corporaciones ni se ve bien y quita oportunidades a otras personas que también tienen derecho. Lo mismo que, se va uno y entra el otro, sin importar si tiene calidades o no es lo que ha formado esos feudos políticos enquistados en nuestra sociedad que solo se mueven por plata. Muchos elegidos sienten que comprando el voto, ya cumplieron con la comunidad.
Si los partidos políticos son democráticos, así mismo el nepotismo no puede existir o ¿ustedes conciben a un papá o una mamá en la dirección del partido y que el hijo o hija aspire a ser elegido? ¿Será que esos padres, hermanos o hijos actuarán beneficiando a su familiar o no? No creo yo en imparcialidades de ese tipo. De hecho lo vemos día a día en los partidos y ya ven los resultados. Estrechan de manera injusta la participación de otras personas.
Las causales de pérdida de investidura se deben revisar y se deben cumplir. Eso que existe hoy, que Congreso es juez del presidente y las Cortes y las Cortes son los jueces del Congreso. Las dos partes son juez y parte. Los resultados están a la vista. Yo te juzgo, tu me juzgas, ¡así no es! Además el yo te elijo, tú me eliges es muy perverso. Eso es exacto a mujer con mujer, hombre con hombre, mujer con hombre, hombre con mujer, de la misma manera y de manera contraria.
Se debe prohibir además que familiares de quienes votaron por magistrados, procurador, contralor, fiscal, sean nombrados, en cargos por quienes ayudaron a elegir. Resulta que hoy las elecciones de ciertos cargos altos y de gran responsabilidad para Colombia como son los órganos de control y los órganos de la justicia, nada más y nada menos son bolsas de empleo familiares.
Los altos cargos que ejercen control y tienen capacidad sancionatoria no pueden servir de plataforma de lanzamiento a la Presidencia. Lo adecuado es al menos esperar 5 años después de haber salido. Pensar en Presidencia quita la neutralidad en la toma de decisiones. Tampoco creo conveniente la reelección de esos cargos. Los de magistrados deben conservar su periodo fijo, sin reelección.
El Consejo Nacional Electoral debe ser independiente, que no sea repartido entre los partidos o los que tengan el poder en el momento. Este es un órgano que debe ser de total neutralidad y ajustado a la norma. La politiquería lo lleva a fallos injustos según quién sea el implicado. La elección de estos magistrados debe ser por concurso de méritos y con empresas caza talentos.
En la medida que las designaciones de los cargos de control y justicia se hagan lo más parecido posible a selección de personal por empresa privada, más justicia e imparcialidad tendremos, beneficiando así al interés general sobre el particular.
Sueño con esa Colombia justa, ajustada a la norma, imparcial, donde todos tengamos los mismos derechos. En donde el esfuerzo personal sea motivo de orgullo y razón para alcanzar los cargos importantes del país.
P.D. Bueno sería hacer una revisión de congresistas, magistrados, órganos de control, cargos de elección popular y analizar que tan lejos estamos de cumplir el sueño de una Colombia en la que quepamos todos.
Colombia está llena de gente muy buena y laboriosa. Honesta y comprometida, esos que son la mayoría también debían tener una oportunidad de manejar temas fundamentales del país.