El día de ayer se inauguro el deprimido de la 94. Sin embargo los nostálgicos del petrismo y samuelismo vieron con profunda tristeza tan esperado día.
Mientras el alcalde Enrique Peñalosa pedía disculpas por los sobrecostos y constantes incumplimientos; los responsables de la pesadilla se dedicaban a minimizar los logros del actual burgomaestre.
La importancia del deprimido de la 94 es gigantesca en la medida que es el interconector más sofisticado de la ciudad. Durante años prometieron su entrega, pero los incumplimientos por parte de la izquierda corrupta e ineficiente eran el pan de cada día. La obra costó 4 veces más de lo planeado y fue el símbolo de la corrupción en Bogotá.
Lo mínimo que se espera de los responsables del retroceso de la ciudad es que asuman alguna culpa, pero su actitud muestra que lo único que quieren es poder. El señor Gustavo Petro y Hollman Morris ven a la ciudad capital como trampolín político y tienen como objetivo acabar con Peñalosa a como de lugar; lejos de felicitarlo se dedicaron a mostrar su inconformismo por la inauguración de la obra.
Gustavo Petro aspira a la Presidencia y la manera en que manipula la realidad es bastante peligrosa. Solo un populista como él tiene la capacidad de atribuirse logros inexistes y de hacer pasar falsedades como hechos verídicos tal y como sucedió con los diseños del metro de Moscú.
Bogotá volverá a ser grande el día que recuperemos el orgullo que sentíamos por nuestra ciudad. Poco a poco nuestra ciudad avanza y ese es motivo suficiente para volver a amarla.
En conclusión es hora de apoyar a Enrique Peñalosa. Mientras la izquierda se dedicaba al balcón, con el actual alcalde si se ven los resultados.
¡Bogotá nos necesita!
Publicado: marzo 23 de 2017