OI Zuluaga ha puesto en espera su precandidatura. Mantenerse en la carrera le hacía daño al Centro Democrático. El suyo es un gesto generoso y responsable que merece ser aplaudido.
Su salida deja abierto el panorama de las candidaturas. Han aflorado alternativas que enriquecen mucho el abanico. Sin embargo, no es el momento de concentrarse en el nombre del candidato. Primero, porque es prematuro y riesgoso. Santos impulsó una judicialización muy peligrosa de la política, donde se instrumentaliza al sistema judicial para atacar a los contradictores.
Después, porque hay tres tareas que son más urgentes e importantes en este momento y la discusión de las candidaturas nos distrae. Una, construir y solidificar la gran alianza que permita ganar la Presidencia en el 2018. Ese triunfo debe ser el gran objetivo. Ahí nos jugamos el futuro de la patria y el de nuestros hijos. La alternativa es el afianzamiento en el poder de esa pandilla nefasta y corrupta del santismo, la izquierda y las Farc. Y no podremos ganar sino con esa coalición. Una en que entren, además de los uribistas, conservadores y liberales comprometidos con la defensa de la democracia y de la Constitución, violadas una y otra vez en el proceso con la guerrilla y en la implementación del acuerdo remendado; católicos y cristianos, amenazados por el progresismo; militares y policías en retiro y sus familias, que serán objeto de la venganza en la llamada justicia especial de paz; víctimas de las Farc y el Eln, sindicalistas democráticos a los que las Farc están desplazando a codazos; jóvenes inconformes con el futuro de miseria y autoritarismo que nos ofrecen Santos y sus aliados; ciudadanos hartos de ver pobreza y corrupción fomentada desde la misma Casa de Nariño.
He sugerido que esa alianza, ese frente republicano, se haga con base en los partidos, movimientos y grupos que conformaron la Coalición del No, pero yendo más allá de ellos. Debe ampliarse a muchos que votaron sí pero que están inconformes con este gobierno pavoroso o con el porvenir marxista al que nos lleva la implementación del acuerdo, y a los millones que se abstuvieron y a quienes hay que ofrecer esperanza y un futuro.
La segunda labor es la construcción de un plataforma, de un programa que permita al nuevo gobierno entrar de inmediato a hacer los cambios políticos, institucionales y normativos que son indispensables para retomar el rumbo de inversión, generar riqueza como único camino para superar la pobreza, y recuperar la seguridad y la justicia que se perdieron durante estos horribles años de Santos. Esa plataforma no puede ser la del No ni centrarse solo en los desastres del acuerdo remendado con las Farc. Debe focalizarse en atacar cuatro enemigos: narcotráfico, violencia e inseguridad, pobreza y corrupción. Y construirse sobre cinco pilares que brinden futuro a los ciudadanos: la defensa y la recuperación de la Constitución, la democracia representativa y las instituciones republicanas; la construcción de un país donde todos seamos propietarios y no haya más pobres; la recuperación de la ética y los valores de la familia; la lucha contra la corrupción; y la protección del medio ambiente para que el desarrollo sea sustentable. La educación, la salud pública, la infraestructura y la vivienda, la ciencia y la tecnología, las comunicaciones, la cultura y los deportes, deberían estructurarse alrededor de esos pilares.
Por último, es indispensable construir estructura de partido. El Centro Democrático es jovencísimo, tiene apenas tres años. Necesita organización regional y local, grupos de pensamiento programático, medios de comunicación alternativos, identificación de líderes a lo largo y ancho del país y de posibles candidatos para concejos, asambleas y Congreso. El CD debe ganar por lo menos 30 senadores y 40 representantes y ser el partido con mayor representación parlamentaria. Los otros partidos y movimientos de la alianza deben aportar los congresistas que falten para obtener las mayorías indispensables para asegurar la gobernabilidad.
Ganar, ganar en el 18, para construir una Colombia grande y justa, es la gran batalla.
Rafael Nieto Loaiza
Publicado: marzo 14 de 2017