Colombia hace tiempo está en poder de la corrupción, es decir es una Cleptocracia. Kleptes del griego que significa “ladrón” y Cratos que significa “poder”. Por lo tanto una banda de ladrones se ha instalado en la cúspide del Estado.
Y que no solo es corrupción sino hipercorrupcion, porque se ha generalizado, sobre todo a partir del surgimiento del narcotráfico, que incluso permeo a varios jefes de Estado.
La corrupción en Colombia se desato a partir del “Frente Nacional”. Se da principalmente en el sector político sin que el sector privado este exento.
Sobre todo la empresa privada que contrata con el Estado, que es el mayor contratante de obras públicas y de servicios, contando con el apetitoso presupuesto de 900 billones cuatrienalmente. Siendo a la vez el mayor empleador, con 1.200.000 funcionarios, que no solo buscan tener un empleo estable sino participar del billonario botín. Presupuesto que se gastan 500 billones en funcionamiento, 160 en inversión social y el resto para pagar la deuda. Suma colosal colocada en manos de personas ordinarias que sucumben ante la tentación de su manejo, en un Estado donde no hay nada más raro que un funcionario honesto.
Esta magna cifra se convierte en el objeto más deseado en un país donde los controles no existen y están sistemáticamente corrompidos por una mafia que se apodero de los tres poderes públicos.
Quienes detentan el poder del manejo de estos dineros (yo soy el que tengo la chequera dijo un día el nefasto JM Santos) se convierten en los amos y señores de casi todos los ciudadanos.
Y si el poder corrompe, el poder del dinero corrompe absolutamente. De allí la importancia de los controles para evitarlo, que en el caso de Colombia se encuentran también contaminados, y por lo tanto habrá que recurrir a organismos internacionales.
En la OEA existe la Convención Interamericana Contra la Corrupción, aunque no ha sido tan eficaz como la intervención directa de EEUU (develó Odebrecht). Ya lo hizo en Centro América con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICCG), un órgano independiente creado por la ONU, que actuó en conjunto con la Fiscalía y con fuerte apoyo en Washington. Y que logro sacar del poder a su presidente.
Robert Kliergaard, experto en control de corrupción, desarrollo la fórmula: corrupción es igual a monopolio, más discrecionalidad, menos transparencia. C=M+D-T. Lo bueno de Kliergaard, es que focaliza su análisis no tanto en los aspectos éticos sino en el funcionamiento de las organizaciones corruptas.
Su conclusión es que, cuanto más monopolio haya en la organización, cuanto más discrecionalidad tengan los funcionarios y menos transparencia tenga su actividad, habrá mayor posibilidad de corrupción. Para evitarla es más importante detectar sistemas culpables que personas culpables.
Publicado: marzo 30 de 2017