Muchas veces me has preguntado que por qué me expongo escribiendo mis opiniones en el único medio que se ha atrevido a denunciar los abusos del gobierno. Siempre te he contestado con evasivas. He preferido cambiarte el tema para que no te preocupes por mí. Lo cierto es que me ha resultado más fácil ocultarte las amenazas e insultos que recibimos muchos de los que nos atrevemos a levantar nuestras voces contra el gobierno y las Farc. Hoy, finalmente, he decidido contarte mi verdad.
Lo que hago me sale del alma. Nunca he podido callarme ante una injusticia. Nunca he podido mirar hacia el otro lado y jamás me he podido acomodar vendiéndome al mejor postor. Seguramente sería más fácil para mí y para nuestra familia ser pasivos y no entrometernos en asuntos que, pensarás, no nos afectan. Las oportunidades de acomodarme y de ser “amiga” de los que hoy manejan el país las he tenido, pero nunca las he tomado porque estaría traicionando mis ideales y de paso estaría traicionándote a ti.
Nunca olvidaré tu cara de perplejidad cuando llegué corriendo a la casa a contarte, llorando de la felicidad, que habíamos ganado el plebiscito. Tu no entendías, y probablemente aun no entiendas lo que eso significó para mí y para millones de colombianos. Ese día nos enfrentamos a un proceso que ya estaba cantado que íbamos a perder. Nos estábamos enfrentando a una maquinaria del gobierno inmensa. El plebiscito mismo fue diseñado a la medida para que nos pudieran ganar fácilmente. Como recordarás, ese día fui jurado de votación y cuando hicimos el conteo final perdió el “No”. Salí desilusionada y cabizbaja convencida de que habíamos perdido en todo el país. Cuando me monté al carro y prendí el radio, no se me olvidará jamás que en las noticias iban dando los partes de la Registraduría, y que mientras atravesaba Barranquilla, a la altura de la Catedral, dieron el parte de victoria. Hija, te puedo decir con toda contundencia que ese fue uno de los momentos más felices de mi vida.
Esa felicidad duró poco y se empezó a disipar tan pronto noté, esa misma semana, que el gobierno iba a buscar la forma de desconocer nuestro triunfo. Sin embargo, albergué dentro de mi cierta esperanza de que no hicieran algo tan descabellado porque ir en contra de un proceso electoral era algo que jamás se había hecho en Colombia. Sin embargo, lo hicieron. Primero usaron todo tipo de triquiñuelas y mentiras para descalificar a los que promovimos el “No”. Y después, no contentos con eso, el gobierno salió a decirle al mundo que habían cambiado los puntos con los que no estábamos de acuerdo. Mentiras tras mentiras, la realidad es que dejaron el acuerdo intacto y lo hicieron pasar como un “mejor acuerdo”.
Seguramente me preguntarás también que por qué no apoyo el proceso de paz. Como tú, yo tampoco he tenido la oportunidad de vivir en un país en paz. He tenido la desgracia de ver como secuestraron y asesinaron a personas muy cercanas a mí. A mi generación le tocó vivir de cerca horrores como las bombas de Pablo Escobar y de las Farc, y por eso anhelo más que nadie que tú vivas una realidad distinta. Si yo estuviera convencida de que de esos acuerdos va a venir la paz, los apoyaría irrestrictamente. Pero entiendo, como muchos lo hacen, que de unos acuerdos en donde se garantiza la impunidad y se les ofrece la capacidad de gobernar a los mismos que nos han desangrado durante décadas, jamás vendrá la paz. Porque la paz está íntimamente ligada con la justicia, y la justicia para que sea tal, tiene que ser igual para todo el mundo. Además de esto, quiero que sepas que la gasolina que ha alimentado el motor criminal en este país es el narcotráfico. Desde que empezó el gobierno de Santos, los cultivos de coca se han multiplicado exponencialmente. Y aquí aprovecho nuevamente para pedirte que nunca te arriesgues a probar las drogas que inundan nuestro país.
Aparte del proceso de paz, tengo muchos otros reparos respecto de este gobierno, que nos ha llevado a una crisis económica que tomará años superar. Se han gastado la plata y nos han dejado con una deuda que tus hijos seguirán pagando. Ni hablemos de la corrupción. Bastaría que te mantengas al tanto de las noticias, para que veas que nos tienen de escándalo en escándalo siendo el escándalo más grande el que, al final, los que tienen que responder por ellos, nunca lo hacen.
Este sábado saldré a marchar contra este gobierno junto a cientos de miles de colombianos que decimos “¡no más!”, y espero que tú nos acompañes. No quiero que sientas temor por querer y reclamar un mejor país y recuerda que mi principal razón para hacerlo eres tú.
Publicado: marzo 31 de 2017
«Porque la paz está íntimamente ligada con la justicia, y la justicia para que sea tal, tiene que ser igual para todo el mundo»…No estoy segura de que Duque o Uribe entiendan esto que escribiste en tu articulo. Te invito a que te documentes sobre la vida de Uribe, te llevaras mas de una sorpresa.