Los colombianos tenemos que empezar a dar los pasos necesarios para construir otra realidad, más amable y solidaria.
La vigencia de la democracia obedece a que, aún en medio de las más difíciles circunstancias, el pueblo tiene siempre el recurso de salir a la calle y llenar las plazas a fin de expresar su sentimiento.
Ese ha sido el escenario natural de la gente para hacer los pronunciamientos que desee.
Sigue siéndolo, en realidad, no obstante la existencia de medios tecnológicos a través de los cuales el ciudadano puede hacerse oír.
Sin embargo, nada reemplaza la fuerza que se manifiesta cuando las multitudes deciden reunirse en espacios abiertos.
Es en ellos donde se unen los sentimientos individuales y se transforman en un músculo colectivo con la capacidad de cambiar realidades sociales.
Las mayores movilizaciones recientes en otros continentes contaron con las redes sociales para construir el éxito que tuvieron.
Pero, éste fue posible porque el pueblo de varios países árabes resolvió abandonar el discreto espacio de sus hogares y lugares de trabajo con el propósito de manifestarse en las calles.
De esa manera elevaron un grito de rebeldía contra las tiranías y a favor de la democracia.
En algunas naciones de Europa esas expresiones de malestar consiguieron cambiar gobiernos.
Y en nuestro hemisferio, tuvieron el efecto de tumbar presidentes, tal y como sucedió en el Brasil con el caso de Collor de Melo.
Estos son apenas unos pocos ejemplos de la capacidad de transformación implícita en la actitud compartida por los grupos humanos que toman la determinación de hacerse escuchar.
Eso es lo que sucederá en Colombia el 1 de Abril.
Miles de compatriotas saldrán a expresar pacíficamente, tranquilamente, democráticamente, el malestar que los une por la situación actual de Colombia.
Será la voz ciudadana transmitiendo múltiples mensajes de descontento, toda vez que el desajuste institucional, la mala situación económica, los escándalos de corrupción, ciertos puntos del acuerdo con las Farc, y la inseguridad creciente están llegando a límites inaceptables.
Quien escribe estas líneas no está imaginando una realidad inexistente.
Por el contrario, apenas tiene la intención de describir lo que se escucha en toda parte.
Infortunadamente, estamos llegando a un momento de desasosiego tal, que es hora de plantear la urgencia de cambios profundos en toda la estructura institucional de la patria.
Así de sencillo y de profundo a la vez !
En los tiempos que corren, es indispensable avanzar en la readecuación de las instituciones que tenemos.
Se trata de hacer una cirugía mayor para evitar que el cáncer acabe con la vida del paciente.
Y es, a todas luces, mejor hacerlo rápido en tanto ya está identificada la causa del mal que tanto afecta la salud del país.
Están bien la denuncia y la pacífica explicación de las causas del malestar que siente la sociedad colombiana.
Hay que ir, sin embargo, más allá.
El 1 de Abril debe ser el día en que muchos colombianos expresen su descontento, pero, también, el momento para empezar a hablar de la nueva esperanza, del nacimiento de una ilusión que construya, del diseño del sueño de vivir y trabajar tranquilos en el suelo que Dios nos dio de cuna.
Así es como se inician las grandes marchas históricas.
Los colombianos tenemos que empezar a dar los pasos necesarios para construir otra realidad, más amable y solidaria.
Se puede conseguir.
Tengamos en cuenta que la primera condición para lograrlo es decidirse a obtenerla.
Si el nacimiento del mes de Abril coincide con la materialización inicial de dicha condición necesaria, escribiremos en las páginas de la historia nacional párrafos que perdurarán por muchos años.
Hagámosle un homenaje a la libertad y al derecho a soñar saliendo masivamente el #1DeAbrilALaCalle.
Publicado: marzo 20 de 2017