Francisco José Tamayo Collins: ¡Sálvese quien pueda!

Ojalá que el Fiscal tenga los pantalones para seguir hurgando el hoyo pútrido en el que estamos sumidos como sociedad.

Apenas el Fiscal General levanta un tris la cobija cochina de la corrupción, sin demora, brincan todos, hasta el presidente de la República. Ojalá que se manifestaran honestamente, no con esa falsa indignación que provoca más de una sonrisa, con dejo sarcástico, en los labios de millones. (Como si no supiéramos a dónde va a parar la plata que se esfuma de las arcas del erario…)

Nada más triste que la falta de ética en nuestra política local. Me pregunto si alguno se salva. ¿Será que esto es como un barco que va a la deriva, en medio del silencio estéril de sus tripulantes? Todo el mundo callado, en medio del vendaval. Esa es Colombia.

Empieza la campaña presidencial, con muchos nombres. Los partidos políticos divididos, enfrentados los unos con los otros, agarrados como perros y gatos. Mientras tanto, la desigualdad cabalga sobre la vida de incontables familias. Nadie mueve un dedo. Todo lo contrario: la mano invisible sigue su curso. ¿Debemos conformarnos una vez más? Es decir, quedarnos pasivos como de costumbre, porque en el fondo, el país que me vio nacer no es conmigo…

En fin, que los intereses sigan creciendo, devorando el capital de la deuda; que las dificultades para pagar que hoy azota a cientos de miles de hogares, no sea vista como un problema social grave, que nos puede llevar a un estallido; que las tarifas y los precios sigan descontrolados como de costumbre: ¿esto es lo que nos merecemos?

Duele ver cómo se aplica de forma tan canalla el modelo de las libertades económicas, cuando ha sido creado para que la mayoría de la gente logre una mejora en su calidad de vida, y que las sociedades tengan la posibilidad de una equidad real. Nada más justo que el capitalismo social, para quienes defendemos los argumentos de quienes han mostrado, con su testimonio, que una correcta práctica de la teoría de Smith, en beneficio de la gente, es irrefutable.

Aquí no hay peces grandes que devoran a los chiquitos: lo que se debe buscar es que cada vez haya más peces –de todos los tamaños- que puedan nadar con tranquilidad en las aguas del mar de la cotidianidad. Vale decir, dar oportunidades, no quitarlas…

Esto motiva permanentes reflexiones; mucho más, cuando se tiene la impresión que el panorama en lugar de favorecer los proyectos de vida de las personas, los aplasta. Y todo en gran medida por culpa de la corrupción…

Revisando las fechorías de los pícaros de cuello blanco, cualquier espectador internacional, se va de espaldas, por ejemplo, cuando ve las tasas de intermediación financiera o la magnitud desproporcionada de los intereses bancarios en Colombia. ¿Por qué vivimos rindiéndole pleitesía a la usura? ¿Nos gusta robar y que nos roben? “Mejor no piense, mijito -decían los abuelos “prudentes”-, mire que el statu quo arrasa…”

Hagamos el esfuerzo de no quedarnos impávidos ante el saqueo del cual somos víctimas, por parte de quienes hoy tienen las riendas del gobierno y los destinos de nuestro país en sus manos. Lo que está en juego es la vida nuestros hijos, el futuro de nuestras familias. Nada más, pero tampoco nada menos…

Con todo respeto: ¿Hasta cuándo aguantaremos como pueblo tanta vagabundería y desfachatez de nuestros gobernantes? ¿Seguiremos agachando la cabeza ante la masacre ética diaria de la cual somos testigos todos los días? ¿A nadie le importa lo que pasa en Colombia? ¿Qué más podemos esperar? ¿Ya tocamos fondo o aguanta más porquería nuestra historia?

Ojalá que el Fiscal tenga los pantalones para seguir hurgando el hoyo pútrido en el que estamos sumidos como sociedad. Si tiene el valor civil y jurídico de mostrarnos que sí se puede combatir la corrupción, la inmensa mayoría de colombianos, lo vamos a respaldar.  Este mensaje también va para el procurador Carrillo Flórez. De lo contrario: ¡Sálvese quien pueda!

«Porque si soportáis que vuestra gente estuviera mal educada, y sus modales fueran corrompidos desde su infancia, y luego los castigaran por los crímenes a los que su primera educación los había dispuesto, ¿qué más se puede concluir de esto? Primero hacer ladrones y luego castigarlos «.  (Tomás Moro).

@tamayocollins

Publicado: febrero 15 de 2017